17 jun. 2025

Bolear es bueno

Considerado un divertimento antes que un deporte, el bowling de competencia todavía tiene pocos adeptos en Paraguay. Superar el ostracismo del juego practicado solo con fines recreativos es el desafío de los dirigentes de la asociación que rige la actividad en el país.

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Por: Carlos Darío Torres
Fotos: Javier Valdez

Producción: An Morínigo

Es el juego favorito de Pedro Picapiedra. Gracias al personaje de Hanna-Barbera, muchos paraguayos tomaron conocimiento de lo que es el bowling, los bolos o el boliche. Y si bien su popularidad en Paraguay se concentró en los jóvenes urbanos, su sencillez y alto grado de disfrute lúdico merecen ganar el corazón de cualquier compatriota con ganas de divertirse.

“Acá conocemos el juego como bowling, casi nadie le llama bolos o boliche”, dice Jorge Tomas. Él es uno de los jugadores que actualmente practican el deporte a nivel competitivo y es además el presidente de la Asociación Paraguaya de Bowling (APB), una entidad que lleva décadas en actividad y que ahora está decidida a impulsar su aceptación entre los jóvenes, para formar una generación de deportistas de alta competencia.

Cualquiera sea el nombre escogido para referirse a la actividad, su aceptación es un desafío tan antiguo como su presencia en nuestro país, aunque no tanto como los milenios transcurridos desde que a alguien se le ocurrió derribar objetos con una herramienta esférica, solo con fines de diversión.

De la piedra nueva

Suena a una broma, pero Pedro Picapiedra realmente pudo haber jugado bowling. Se cree que ya en el Neolítico, hacia el 4500 aC, se practicaba el juego, pues se han encontrado elementos que parecen palos y bolas de piedra en excavaciones arqueológicas.

También se hallaron objetos constitutivos del pasatiempo en sitios del Antiguo Egipto. En la Grecia clásica se practicaba un juego similar, así como en Roma, cuyas legiones expandieron la actividad al resto de Europa y a las Islas Británicas.

A mediados del siglo XIX se hizo conocido en Estados Unidos, donde ganó en popularidad y evolucionó hasta convertirse en la modalidad más difundida en la actualidad, la de 10 palos. El primer reglamento de esta variedad del juego data de 1894 y fue redactado en Nueva York.

Tomas recuerda que el juego de bolos llegó a Paraguay en los 60. Una de las primeras canchas, Bowling Sacramento, estaba ubicada frente al Hospital Central del IPS. Cuando esta se cerró, abrió sus puertas otra, Bowling Pitiantuta, que se encontraba en la esquina de Mariscal López y Pitiantuta. Ambas eran relativamente pequeñas, con tres o cuatro pistas.

Hasta que en los 70 se habilitó el Panorama Bowling Center, una de las canchas más grandes de Sudamérica, con 32 pistas, aunque luego esa cantidad fue disminuyendo. Contaba con máquinas de las mejores marcas y estaba preparada para la alta competición.

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En Colonia Independencia, en el departamento del Guairá, existe una bolera con un mecanismo totalmente de madera, con seguridad, traída por los primeros alemanes que se asentaron en ese lugar. Es una pieza de museo que además es la prueba de la presencia temprana del juego en el Paraguay, si bien confinado a un rincón alejado de la república.

“Las boleras que hoy tenemos son automáticas pero no aptas para competencias, porque los palos están manejados por hilos. Deben ser de palos libres. Sí hay una cancha para competición en Ciudad del Este, pero es tan vieja ya y a las máquinas no se les hace mantenimiento, que no creo que se la pueda homologar para la competición, tipo Sudamericano u Odesur”, relata Tomas.

Las boleras que operan en Asunción se encuentran en Villa Morra, y la habilitada a finales del año pasado en el Shopping Multiplaza. En esos sitios los palos tienen hilos “y los hilos le sacan libertad al palo”, señala Tomas.

El deportista aclara que estos son los únicos lugares en donde pueden practicar quienes deseen elevar su nivel y jugar bowling de competencia, lo que suele ser un hándicap, porque la técnica empleada para derribar los pinos (otra de las denominaciones de los palos) está condicionada por la presencia de los hilos.

Divertido y algo más

El juego de bolos, como la mayoría, se empieza a practicar con fines recreativos, y de acuerdo a la habilidad del jugador, el interés puede derivar en la intención de llevar la disputa a un nivel mayor de exigencia.

“El bowling se toma más como una diversión. En Estados Unidos, particularmente, es familiar. Pero en el terreno competitivo se lo toma como a cualquier otro deporte de precisión (está considerado el segundo en grado de dificultad, detrás del golf), en el que hay que practicar mucho para tener un buen nivel de juego”, explica Tomas.

Si bien en Paraguay compiten jugadores de buena técnica, de uno u otro sexo, todavía cuesta convocar a la gente para que se dedique a la competencia y, eventualmente, representar a Paraguay en Sudamericanos y torneos Odesur.

“Hay un obstáculo para conseguir adeptos que se dediquen. El mayor problema que tenemos es que es un deporte caro. En los torneos se juegan seis líneas por día (10 tiros o pares de tiros), durante cuatro días. Si se clasifica, son más días. Entonces es un ritmo cansador para nosotros, porque solo practicamos una vez a la semana, ya que se gasta entre G. 120.000 y G. 150.000 por noche. Yendo dos o tres veces gastaríamos más de G. 1.000.000 por mes, solamente en bowling”, añade.

Los gastos que implica prepararse para disputar un torneo internacional y participar en él corren por cuenta de cada deportista. No se puede hablar de jugadores profesionales, porque en Sudamérica no existen, señala Tomas. “En los torneos, la inscripción es de USD 100 por persona, que bancamos nosotros”, agrega.

Sergio Checho Coscia, varias veces campeón nacional, agrega su propia experiencia sobre los gastos que conlleva convertirse en un jugador de competencia. “Hace cuatro meses mandé traer una nueva bocha y me salió G. 2.600.000; el zapato me costó G. 600.000", manifiesta.

No es el único obstáculo que deben sortear los deportistas de competencia, porque al no ser profesionales, todos tienen obligaciones laborales. “Lastimosamente, las veces que me gané la oportunidad de representar a Paraguay en algún torneo internacional, no lo pude hacer por motivos laborales”, se lamenta.

Tomas cuenta que en la asociación se encuentran elaborando un proyecto que piensan presentar a la Secretaría Nacional de Deportes (SND), para obtener un subsidio y desarrollar el juego entre los jóvenes, con la finalidad de contar con un semillero, “porque cualquier deporte sin semillero en algún momento muere”.

“Tenemos un gasto anual de cuotas, como asociación, que alcanza G. 9.000.000 (por el derecho a membresía en las entidades internacionales). Por eso le pedimos socorro a la SND”, dice el atleta. A las puertas de su asamblea general ordinaria, la APB está abocada a llenar los requisitos exigidos por la secretaría de Estado.

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Menos que antes

Hace cinco o seis años en Paraguay había 70 jugadores, después esa cifra bajó a 30 y hoy están en actividad 12 deportistas, de los cuales tres son mujeres. Es por esa razón que el plan de interesar a los jóvenes aparece como una estrategia de supervivencia para el bowling.

En la actualidad, en Asunción (que es como decir Paraguay porque casi no existen canchas en el interior del país) compiten los clubes UAA, Nacional, San José, Mbiguá, Libertad y Olimpia. En Ciudad del Este opera la Liga China, hoy venida a menos porque los orientales que la crearon hace unos 20 años abandonaron el país. Y quienes permanecieron no parecen tener el mismo interés ni habilidad.

Para Tomas se trata de una lamentable pérdida, pues –asegura– los chinos eran muy buenos jugadores y poseían una técnica particular, diferente a la usada en Paraguay, que emplea un estilo que recibe la influencia de la escuela estadounidense.

“Normalmente tenemos tres torneos en Paraguay. De repente se arman los lunes y los viernes, pero son más entre nosotros; invitamos a gente interesada en aprender, enseñamos técnicas. Las competencias se dividen en categorías masculina y femenina. El torneo nacional, para determinar a los campeones anuales, lo hacemos hacia fin de año”, añade el titular de la APB.

¿Se necesita alguna condición física especial para jugar bowling? “No es necesario. Un jugador de 70 años le puede ganar a otro de 25. Todo pasa por la precisión y no por la fortaleza física”, dice el dirigente. A lo que Coscia responde que tampoco se debe pensar que es una actividad fácil, al menos en el estadio más competitivo. “No crean que es tan fácil. Es otro tipo de bochas, el zapato debe ser profesional, implica muchas cosas”, revela.

El bowling paraguayo está en camino –al menos ese es el objetivo– de empezar a rodar con mayor fuerza en el contexto internacional, de la mano de una generación de jugadores que todavía debe formarse en los rudimentos de este deporte.

Saber bolear es una virtud que todavía está en proceso de aprendizaje.

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Glosario para principiantes

Bola, bocha: el esférico con el cual se derriban los bolos.

Bolera: una de las formas de llamar a las instalaciones para jugar bowling.
Bowling, bolos, boliche: los nombres más usuales con los que se conoce al juego.
Línea: consiste en 10 casillas, las cuales aparecen en la pantalla de anotación automática.
Palos, bolos, pinos: son los objetos a derribar.
Pleno, strike, chuza: cuando se derriban los 10 palos al primer intento. En la planilla se representa con X.
Semipleno, media chuza, spare, medio strike o simplemente media: cuando se derriban todos los pinos en dos intentos. En la planilla se representa con /.
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Modalidades

La que se practica en Paraguay es la estadounidense de 10 palos. Hay otras cuatro que son conocidas: a nueve pinos o kegel; canadiense, a cinco palos y con una bola más pequeña sin agujeros para los dedos; duckpin, los pinos son más chicos y más gordos; y candlepin, en el que los palos son parecidos a velas.

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Reglas básicas

• En el bowling, el objetivo es derribar los palos que se encuentran al final de la pista en uno o dos intentos. Vence quien haya obtenido la puntuación más alta.

• La pista tiene una profundidad de unos 18 metros.

• Las bolas son generalmente de plástico. Cuentan con tres agujeros, para facilitar la sujeción. No deben ser arrojadas, sino deslizadas por la pista.

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Me resbala

Del aceitado de la cancha también depende la mayor o menor dificultad para derribar los palos.

“Aprendí mediante el método ensayo y error, y con los muchachos que ya sabían jugar, que es lo que hacemos hoy con los que quieren aprender”. (Sergio Coscia)

“Hay gente con mucha técnica que puede hacer que los palos reboten en el fondo y vuelvan a derribar a los que quedaron de pie”. (Jorge Tomas)