Durante las pruebas, el antropólogo analizó los restos encontrados en 1940 en la isla desierta de Nikumaroro, oeste del océano Pacífico, a través del programa informático Fordisc, que le permitió determinar el sexo, la ascendencia y la estatura y la longitud de los huesos de la víctima.
Asimismo, logró determinar el largo real de los huesos de Earhart utilizando fotos y ropa de la aviadora. Al concluir el análisis, el antropólogo llegó a la conclusión de que los huesos hallados tenían una similitud de más del 99% con los de ella.
El análisis fue publicado en la revista especializada Antropología forense y se titula “Amelia Earhart y los huesos de Nikumaroro”.
El estudio de los restos ya había sido realizado en 1940 por el médico D. W. Hoodless, quien había afirmado que los huesos hallados en Nikumaroro pertenecerían a un hombre. No obstante, Jantz afirmó que la asignatura forense no estaba bien desarrollada a principios del siglo XX.
“Hasta que se presente la evidencia definitiva de que los restos no son los de Amelia Earhart; el argumento más convincente es que son de ella”, escribió Jantz, según informó el portal digital BBC Mundo.
También señala que, además de los huesos, un equipo de búsqueda descubrió en la isla parte de un zapato supuestamente femenino y una botella de licor de hierbas Benedictine, que la aviadora siempre llevaba consigo.
Earhart se convirtió en la primera mujer en cruzar el Atlántico sola en 1932. La misma desapareció el 2 de julio de 1937 cuando sobrevolaba el Pacífico a bordo de su bimotor Lockheed Electra 10E con la intención de dar la vuelta al mundo. Su caso ha sido uno de los grandes misterios del siglo XX.