Por Juan Luis Ferreira, past president de la ADEC
Jesús llamó a Zaqueo y este responde prontamente, según el Evangelio de San Lucas, con actitudes y con hechos. En este periodo de Adviento, de espera reflexiva y de necesarias acciones de solidaridad y renuncia, los empresarios cristianos debemos tratar de emular a este petiso bíblico y acercarnos a su grandeza.
En primer lugar, muchos no solemos escuchar al Señor, y aunque le escuchemos no queremos atender ni obedecer. Hacemos nuestras justificaciones y en nuestra autoindulgencia postergamos nuestras transformaciones. El Presupuesto General de la Nación para el 2022 repite características que perjudican a los más necesitados y posterga reformas y ajustes que son absolutamente necesarios e indiscutibles. El sector privado no ha logrado que la discusión y las acciones sobre la mejora del gasto se cumplan. No ha logrado establecer prioridades trasversales. Se siguen dando muchas adjudicaciones dudosas y muy discutibles. Se sigue dando el contrabando abierto. Se sigue dando en el sector empresarial una informalidad que no es responsable ni con el Estado, ni con los dueños, y mucho menos con los proveedores, colaboradores y otros públicos. Todo lo que hago subjetivamente en mi negocio para que disminuyan utilidades, reservas o deudas perjudica o genera riesgos para los más débiles. El 2020 nos recordó que los que tienen ahorros, previsiones y analizan riesgos pueden cumplir mejor con su gente. También nos recordó lo importante de ser flexibles y buscar consensos y sobre todo tener coraje para tratar temas críticos. Seguimos evitando en muchos casos salarios justos, pagos oportunos, dividendos ciertos y reservas necesarias.
En segundo lugar, la salud debe ser atendida. Lo dice en piedra el frontis del histórico edificio del Ministerio de Salud. Nunca va a ser el momento perfecto para corregir el Presupuesto, corregir nuestros balances o cambiar a los que ejercen cargos públicos y privados sin patriotismo ni enfoque del bien común. Nunca va a ser un buen momento para meter el dedo en la llaga. Se debe actuar ahora, dolerá, y si hacemos bien las tareas los beneficios compensaran todos los sacrificios.
“Hoy tengo que quedarme en tu casa”. Dios es fiel. Si hacemos nuestra parte y sin emular del todo a Zaqueo que prometió devolver 4 veces lo que había obtenido injustamente, tendremos la mejor Nochebuena y haremos que muchos otras también la tengan.
Que el Espíritu Santo nos ilumine para que extendamos la Navidad en tiempo y espacio. Dios nos bendiga.