Marco López
El compositor e investigador Pedro Martínez, uno de los jóvenes referentes de la música paraguaya, se toma una pausa en la gira que realiza por Chile, para compartir con Última Hora su opinión sobre la actualidad del folclore, cómo replantea ciertos conceptos sobre su estructura, la necesidad de profesionalización para encarar con seriedad el arte, entre otros temas.
Sumergirse por años en el estudio de la música tradicional se dio, según manifiesta, de forma muy natural. “Era una necesidad para mi trabajo como compositor, para el camino que yo quería seguir era muy importante conocerla a profundidad”, dice Pedro, quien esta noche se presenta en compañía de Chino Corvalán en bajo y Gonzalo Resquín en batería, en el festival internacional de Valparaíso, A ras del cielo, donde ayer también dictó un taller.
Explica que en su investigación se propuso organizar, sistematizar la práctica de los géneros musicales paraguayos y también replantear conceptos que, desde su punto de vista, no fueron profundizados. Esto, comenta, le permitió determinar de forma clara sus aspectos formales. Con su trabajo también llegó a la conclusión de que la música tradicional no está solo en 6/8. “Eso, para mí, ya no tiene sentido”, enfatiza. Conforme con sus investigaciones, la polca paraguaya y la guarania están en 6/8 y 3/4 . “Lo que sucede es que la presencia del 6/8 es más intensa, pero no deja de estar presente el compás de 3/4”, explica el guitarrista, que cuenta con dos discos publicados: Macondo (2006) y Sonidos del Sur (2013), en donde sobresalen la refinada calidad de sus interpretaciones y arreglos.
CREACIÓN Y DIFUSIÓN. En su opinión, quienes tienen el control sobre la divulgación del folclore (festivales, eventos populares, medios de comunicación, etc.) no animan a los compositores a crear nuevas obras, y además, acostumbran al público a escuchar el mismo repertorio. Señala que “hay que hablar sobre cómo se maneja el mercado del folclore, ya que siempre proponen que se interprete lo que es ‘conocido’ o ‘efectivo’. Es un clásico que los contratantes te digan: ‘Queremos que toques músicas conocidas’. Y esto –prosigue– no estimula al compositor a crear. Además, es un círculo vicioso que acostumbra a la gente a escuchar siempre lo mismo”, resalta. Sobre este punto, agrega que se subestima al público, y que este no será capaz de gustar de algo que desconoce. Por ello, no puede cargar con la culpa de este esquema. Destaca, no obstante, que en el contexto de la música tradicional paraguaya se siguió componiendo, aunque sin el acompañamiento debido de la difusión, por las razones expuestas con anterioridad.
qué camino tomar. Considera muy positiva la existencia de numerosos proyectos que en los últimos años se fueron formando para apostar por los ritmos paraguayos. Aunque considera que se debe tener cuidado en “no querer inventar la rueda todas las veces, ya que se usa mucho la idea de ‘nueva música paraguaya’, ‘polca nueva’, ‘folclore joven’...”. En ese sentido, considera fundamental cuestionarse qué dirección tomar. “¿Queremos hacer que el folclore sea tradicional o moderno? o ¿buscamos una música urbana con identidad paraguaya? Estas preguntas –continúa– son muy importantes para los artistas y creadores de hoy; es un ejercicio que hay que hacer siempre para tener claro adónde apuntar, y no decir que hacemos algo y a la hora de la verdad es otra cosa”, alerta.
Insta a quienes buscan seguir la carrera musical a que la tomen con seriedad. “El mejor consejo que puedo dar es que estudien. En pleno 2018 ya no es una opción querer ser músico y no estudiar música. Independiente del género: folclore, reguetón, cumbia, rock, etc., hoy saber de música permite ser eficiente en el trabajo, lo que te convierte en un buen profesional, y ser un buen profesional genera lucro”, comparte. Sentencia finalmente que “el mito que dice que no es necesario estudiar música ya fue, hoy en día creo que es un discurso vacío”.