18 jun. 2025

¿VACACIONES SIN MILHO QUENTE?

Una jugada de la naturaleza

Domingo|30|NOVIEMBRE|2008- mmoran@uhora.com.py

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Justo cuando empezaba a soñar con pisar otra vez la arena del mar, leer un libro en la playa, comer un milho quente, o un camarâo ao palito y beber un refrigerante, a los grandes mercados se les antoja entrar en crisis y arrastrar a los otros de menor porte.

El dólar fue el primero en resentirse y comenzar a subir. Ahora, según las agencias, turistear en Brasil va a costar entre 20 a 35% más que el año pasado, por culpa del verde.

Las esperanzas de relax total se diluían así en las espumas que iba dejando el mar de inconvenientes.

Como no hay mal que por bien no venga... el precio del real comenzó a bajar. Una luz se encendía en el túnel de la desilusión. Este factor podría permitirle a un asalariado (aunque no con sueldo mínimo) unas vacaciones con precios razonables en alguna playa de Santa Catarina.

Cuando estaba presta a mirar el calendario, el estado de los ahorros y los precios de alojamiento, combustible y demás yerbas fue la naturaleza la que textualmente aguó los planes de vacacionar na beira do mar. Una fuerte tormenta provocó destrozos en la región de Santa Catarina.

Parece que este 2008 se resiste a regalarnos a algunos enamorados del mar ausente en Paraguay un paseo por sus playas. Pero, qué es esto comparado con el postergado sueño de los compatriotas que luchan cada día para conseguir trabajo, para llevar comida a la mesa y cuyas vacaciones probablemente consistirán en hacer más changas para sobrevivir. (A veces, poner en perspectiva las cosas ayuda a mirar con otros ojos la realidad).

Ante la complicación marítima uno piensa que puede apoyar lo nacional, y recurrir al turismo interno, que se supone será más barato. Pero no es tan así, las opciones locales son caritas si se comparan con la infraestructura, los atractivos y servicios que se ofrecen en el extranjero.

Por ejemplo, si es de esos/as que quiere practicar turismo de aventura, tiene que pensar en un mínimo de G. 130.000 si va solo/a; si va con la familia debe sumar unos G. 500.000 por tres horas de actividades. Todavía no se incluye en este monto el gasto de comida, bebida y traslado. La distracción dura poco.

Lamentablemente, el turismo social de bajo costo no forma parte de los planes locales, como sí sucede en países fronterizos, donde los trabajadores tienen opciones accesibles para sus vacaciones.

Otro aspecto que desanima para quedarse en casa es la deficiente infraestructura turística. Solo hay que mirar los baños en las estaciones de servicio a lo largo de las rutas y compararlos con los que ofrecen los mismos emblemas allende la frontera, tuicha la diferencia. Como en todo, hay honrosas excepciones.

Pero, bueno, también se puede optar por montar una carpa en algún lugar agreste, aunque en ese caso hay que recordar que la inseguridad no se concentra en la Capital.

Y claro que siempre queda el último recurso: la pelopincho en el patio de la casa. Lo que no podemos permitirnos es quedarnos sin vacacionar, pues es justo y necesario. Amén.