Por Ana Rivas
El presidente de la República no se queda en casa. Viaja y viaja, como si los problemas de este país estuvieran afuera. Justo cuando la mayoría de los paraguayos pensamos que un hombre y un equipo, finalmente, se ocuparían de establecer las bases para un Estado sano, justo, respetuoso de la ley, el jefe del equipo cree que, en realidad, se ganó una serie de becas, con pasajes y viáticos, para ir a conocer a los presidentes del mundo, a fin de sacarse fotos con todos ellos. Y nos quedamos arreglándonos solos, lidiando una vez más con los mismos problemas, muchos, graves, que están acá adentro y que esperan hace décadas que alguien les meta mano para arrancarlos de raíz y empezar a mover este pesado vagón, obsoleto y en desuso, que es el Estado paraguayo. Los que ansiamos un país nuevo y generoso, definitivamente, no tenemos el mismo “timing” del Presidente, que parece esperar la iluminación divina para abocarse realmente a hacer realidad sus promesas electorales.
¿El ser obispo lo inmuniza contra la eficiencia? ¿O su ejercicio en la reflexión lo hace creer que tiene dos mil años para dar respuestas a la gente?
Digamos que no. Confiemos en que el Presidente sabe lo que hace. Entonces, ¿qué hace? Sus ministros nos confunden a todos: mientras desde Hacienda se ruega, se implora y se exige que se respeten los topes del Presupuesto, nunca más supimos cómo están las recaudaciones de Aduanas o Puertos. ¿Hay plata para enfrentar el fin de año? ¿Se financiará el Presupuesto 2009? Margarita Díaz de Vivar era hasta majadera cada inicio de mes para dar a conocer la recaudación del periodo inmediato anterior. Siempre eran récords, y si bien algunos expertos tenían serias dudas sobre la veracidad de las cifras, al menos daba lugar a repreguntas y cuestionamientos. O sea, se sabía qué estaba pasando o al menos se tenía alguna idea al respecto.
Mientras el gobernador Pakova Ledesma -vinculadísimo con el Presidente- se embandera abiertamente con las reivindicaciones de los “sintierras” sampedranos -olvidándose de paso del resto de los ciudadanos de su departamento-, Rafael Filizzola -tan vinculado con el Presidente como el primero- ratifica el respeto a la ley para desalojar invasiones de propiedades privadas. Pakova y Rafael son parte de la misma Alianza. Ahí no hay opositores colorados, ni fadulistas, ni liberales antiluguistas. Son sus dos amigos. Contradicción y dudas. Parece que Lugo le dice a cada uno lo que quiere escuchar, y cuando los equipos antagónicos chocan, él... viaja.
¿Será que la idea es hacer saltar todos los fusibles en los seis primeros meses de gobierno, para instalar a quienes representan realmente el cambio que él quiere? ¿O es pura improvisación y carencia de gestión nomás? Lo más triste de estas interrogantes es que pronto sabremos sus respuestas... y ninguna de las dos nos da demasiadas esperanzas.