12 may. 2024

Un país en dos continentes

Turquía posee la combinación perfecta para satisfacer las inquietudes hasta del viajero más intrépido: una rica cultura musulmana, un pasado histórico asombroso, una arquitectura de múltiples estilos y unos paisajes alucinantes dignos de explorar y que derribarán todo tipo de prejuicios.

TURQUIA3

El Bósforo. Lo mejor de Turquía empieza justamente aquí, a orillas del estrecho que divide a la ciudad entre Asia y Europa.

Por: Fátima Schulz Vallejos | fatima-schulz@ajvierci.com.py
Fotos: F. S. V./ Getty Images.

Aterrizar en el Aeropuerto Internacional Atatürk se siente diferente. Aunque sigamos en Europa, lo distinto se percibe con facilidad. Llegamos a Turquía, la puerta europea hacia Asia. Un país enigmático, mágico y encantador, donde la tradición vendedora de sus comerciantes convierte el paseo por sus calles en una experiencia única en sí misma.

Existen muchos prejuicios a la hora de hablar de Turquía. Pero lo primero que hay que saber, porque podría tomar por sorpresa a cualquier viajero, es que de repente, y sin esperarlo, se empieza a escuchar por altavoces, que parecen estar en todas partes, la voz del almuecín, casi cantada, llamando a la oración. Este hecho, por extraño que parezca, sin duda es uno de los símbolos de Estambul.

Y así iniciamos el recorrido. Los citadinos no dejan de hablarnos en turco, árabe, inglés y hasta español. Sin dudas, hay que pisar Estambul y recorrer sus calles para romper los prejuicios que tenemos sobre una ciudad que literalmente une Occidente y Oriente con tres gigantescos puentes colgantes. El temor que podíamos haber sentido al llegar inmediatamente desaparece al sentir la calidez y hospitalidad de su gente, dispuesta a que sus visitantes se sientan como en casa.

Y es que con casi 15 millones de habitantes viviendo en ella, la ciudad turca es descomunal en todo, hasta en el miedo que puede despertar en muchos viajeros darle una oportunidad y acercarse a conocerla.

De Turquía como destino turístico, tenemos mucho para contar: es uno de los países del Mediterráneo con mayor y riquísimo patrimonio cultural, con ruinas griegas y romanas repartidas por toda su geografía.

Ciudad de contrastes

<p><strong>Plaza Taksim.</strong> Es el coraz&oacute;n de la parte m&aacute;s moderna de la ciudad. De d&iacute;a, el shopping es su actividad principal, y de noche, la zona se transforma con sus restaurantes y pubs.</p>

Plaza Taksim. Es el corazón de la parte más moderna de la ciudad. De día, el shopping es su actividad principal, y de noche, la zona se transforma con sus restaurantes y pubs.

Linda, ruidosa, histórica e interesante. Así es Estambul. Una de las pocas urbes del mundo que pertenece a dos continentes, Asia y Europa; la divide el Bósforo, un estrecho que nace en el mar de Mármara y se extiende hasta el mar Negro. Acá nos esperan aventuras dignas de Las mil y una noches.

Para todos los que quieran, como decía Edmundo de Médicis, cometer la excentricidad de “fumar en un continente y tirar la ceniza en otro”, es posible tomar un ferry desde el muelle de Eminönü y disfrutar de un hermoso paseo de unos 20 ó 30 minutos que llegará hasta Asia. Aunque también, para los más impacientes, el metro Marmaray los dejará ahí en menos de cinco minutos.

Y allí, las abarrotadas orillas de Üsküdar —uno de los barrios más antiguos de esta parte— nos reciben ya en suelo asiático y nos invitan a disfrutar, a orillas del Bósforo, de alguno de los tradicionales platos de una cultura fascinante. Empezando por el desayuno: hay tomates, pepinos, variedad de quesos, mermeladas, tortillas, manteca de cacao y, desde luego, mucho té. Así que ya se pueden imaginar lo que viene después. Su gastronomía incluye una diversidad de recetas con su combinación de especias y hierbas, ofreciendo platos que abarcan sopa, ensalada, carne de cordero y verdura. La bebida nacional es el raki, una especie de anís, aunque también beben mucho ayran, que es yogur disuelto en agua. Debido a la gran riqueza en frutas y verduras de la región, se toman muchos jugos naturales y té, servido muy caliente —aunque haga 40° C de calor—y jamás con leche.

<p><strong>La Mezquita Azul.</strong> Se encuentra en el coraz&oacute;n de la ciudad y es un espect&aacute;culo de c&uacute;pulas, minaretes y azulejos. Para ingresar, hay que quitarse los zapatos y las mujeres deben cubrirse la cabeza y las piernas.</p>

La Mezquita Azul. Se encuentra en el corazón de la ciudad y es un espectáculo de cúpulas, minaretes y azulejos. Para ingresar, hay que quitarse los zapatos y las mujeres deben cubrirse la cabeza y las piernas.

Todavía hay mucha belleza por descubrir y por eso nos embarcamos en sus mercados: el Gran Bazar y el Bazar de las Especias, la plaza Taksim, la torre de Gálata, la mezquita Azul, la basílica de Santa Sofía y un sinfín de atractivos para impregnarnos con sus singulares vistas y vibrantes sonidos.

De película

<p><strong>Museo al Aire Libre de Goreme.</strong> Su valor aquitect&oacute;nico y art&iacute;stico es innegable. Las condiciones de luz y temperatura que mantienen las cuevas han propiciado la buena conservaci&oacute;n de las pinturas.</p>

Museo al Aire Libre de Goreme. Su valor aquitectónico y artístico es innegable. Las condiciones de luz y temperatura que mantienen las cuevas han propiciado la buena conservación de las pinturas.

Es medianoche y tomamos un autobús que nos lleve por al menos 10 horas hasta una región histórica de Anatolia Central. Nuevamente, para los más ansiosos, este viaje se puede hacer en avión y ganar tiempo. Pero para los amantes de la aventura, viajar en colectivo y mirar los paisajes legionarios en el camino será un deleite para los sentidos. Así llegamos a Capadocia, uno de los destinos más bellos y raros del mundo.

Cuentan que todas esas piedras que parecen hongos fueron hadas hace millones de años. Y que esas hadas convivían en armonía con los humanos hasta que una de ellas se enamoró de un hombre. Y entonces el hada reina, enojada, convirtió en paloma a el hada enamoradiza y a todas las demás y las condenó a la eternidad dentro de las piedras que son conocidas como chimeneas de hadas.

Con ese relato de uno de los guías comienza la aventura por uno de los lugares más hermosos, que enamora hasta al viajero más escéptico del mundo, con leyendas y paisajes que parecen de otro planeta.

Capadocia, o Kapadokya —en turco—, es un lugar fundamental para la historia del cristianismo. Ha sido testigo de varias civilizaciones e imperios —los hititas, persas, helenos, romanos, asirios— y hoy vive principalmente del turismo.

El asombro va creciendo. Vistas maravillosas, árboles de los que cuelgan ojos turcos de la buena suerte, templos construidos dentro de cuevas, caminatas por túneles tan angostos en los que no cabe más de una persona por vez. Con una linterna nos adentramos en cuevas oscuras, hasta siete pisos bajo suelo para recorrer establos, comedores, bodegas y áreas habitacionales de una ciudad subterránea abandonada, al más puro estilo del juego Indiana Jones en busca de la Atlántida.

Es una mañana de julio, pleno verano en Turquía. El clima es perfecto, cielo azul, completamente despejado y un vientito que nos da en la cara haciéndonos sentir más que nunca la paz que evoca ese lugar con tanta historia.

Amanecer en globo

<p><strong>Cielo multicolor.</strong> Disparan los primeros rayos de sol y el sutil movimiento del globo se siente cuando se eleva sobre el impresionante paisaje volc&aacute;nico.</p>

Cielo multicolor. Disparan los primeros rayos de sol y el sutil movimiento del globo se siente cuando se eleva sobre el impresionante paisaje volcánico.

Son las 4.30. Todavía está oscuro. El sol parece no decidirse entre asomarse o seguir escondido. Los que estamos ahí esperando habíamos dormido pocas horas; trasnochada con ilusión, le llamaría yo. Pero la falta de sueño no importa, igual estamos dispuestos para la aventura.

Una camioneta nos lleva al sitio de despegue, a la zona de Göreme. Cientos de globos aerostáticos se ven desfilando —hay más de 20 empresas que ofrecen esta aventura— y empiezan a calentarse a fogonazos. Media hora después empezamos a abordar el globo, que tiene capacidad para unas 20 personas, cada uno.

Minutos después empieza el vuelo, cuando disparan los primeros rayos de sol. El globo se eleva y uno se siente volando en la alfombra mágica. En eso, el astro rey se revela y el cielo se llena de colores. Subimos a unos 900 metros, o más. Desde las alturas, todo adquiere una nueva perspectiva. Empieza a amanecer y la sensación de felicidad se apodera del cuerpo, al igual que esa sensación de flotar, la de volar sintiendo el aire en la cara y los brazos.

Esos globos pintan el cielo y contrastan con el paisaje: los valles de Capadocia con sus milenarias rocas de distintas formas, pirámides, crestas redondeadas, pináculos y otras grandiosas obras de la naturaleza que se conjugan con un paisaje cada vez más dorado, intenso y mágico.

Sin duda, se trata del mejor amanecer de nuestras vidas. El aterrizaje es suave y abajo nos esperan para brindar con una copa de champán en algún paraje solitario de esta región, rodeados de rocas y laderas talladas por la erosión y que crean un mágico efecto. Nunca una copa de champán mañanera resultó tan oportuna. El recorrido dura una hora, pero la emoción de haber sobrevolado uno de los paisajes más lindos hará de ese un recuerdo eterno.

La película está por terminar. Nuevamente partimos a ese viaje hasta Estambul para luego tomar el avión que nos llevará de regreso a casa.

Capadocia es una conjunción de sentimientos que se dividen entre asombro, fascinación, murmullos, silencios... un paisaje que conmueve —y más desde las alturas—. Un lugar que resulta increíblemente encantador.

¿Conclusión? En Turquía no hay tiempo para dejar de fascinarse, aprender y disfrutar de sus templos, sus puentes, sus calles, sus paisajes y, sobre todo, de su gente.

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OBRAS CUMBRES

<p><strong>Bas&iacute;lica de Santa Sof&iacute;a.</strong> El color rojizo de sus paredes, su c&uacute;pula y sus minaretes convertidos en centinelas de la fe conforman la imagen de uno de los principales &iacute;conos de Estambul.</p>

Basílica de Santa Sofía. El color rojizo de sus paredes, su cúpula y sus minaretes convertidos en centinelas de la fe conforman la imagen de uno de los principales íconos de Estambul.

El sol brilla en la plaza de Sultanahmet, en el epicentro y corazón de Estambul, donde están situados algunos de los monumentos más impresionantes del mundo. Aquí se encuentran dos de las visitas imprescindibles de la ciudad. Una de ellas, la Mezquita Azul, con sus majestuosos seis minaretes que se elevan hacia el cielo y sus inmensas cúpulas y semicúpulas. El interior está revestido por más de 20.000 azulejos de cerámica hechos a mano y cuenta con más de 200 vidrieras venecianas que aportan luz y colorido. Casi enfrentada está la Basílica de Santa Sofía. Hablar de ella es hacer uso de palabras mayores, mencionar uno de los monumentos más extraordinarios de la historia. Es la prueba más fehaciente de que la belleza puede resistir el paso del tiempo y los desastres. ¿Cuántos templos en el mundo pueden presumir de ser milenarios y sobrevivir a la caída de cuatro imperios y a la fuerza de decenas de terremotos? Su naturaleza singular la convierte en un hito memorial de la ciudad.

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CAPADOCIA

En este valle se encuentra la mayor concentración de iglesias excavadas en la roca. Concebido como un enorme museo a cielo descubierto, el Museo Abierto de Goreme es una visita obligada para adentrarse en las ruinas y herencias de viejas aldeas de más de 15 siglos de antigüedad, todo enmarcado en un contexto de chimeneas de hadas y otras formas características de este maravilloso lugar.

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HOTELES CUEVA

En Capadocia, la mayoría de los hoteles están construidos dentro de las mismas rocas que hacen famosa a la zona. En estos sitios intentarán vender los diversos tours de colores que hay: rojo, verde, azul y amarillo, siendo los más conocidos los dos primeros. De estar hospedado en Goreme y querer hacer alguno de ellos, yo recomendaría el verde, que va por el sur y es el que se encuentra a más distancia de la urbe: se visitan las ciudades subterráneas y unos valles de ensueño.

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ESTAMBUL

Plaza Taksim: es el corazón de una Estambul moderna. Se encuentra en la parte europea y es el lugar favorito para encuentros. Se destaca su actividad comercial, y está repleta de bares, cafés y negocios.

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Torre Gálata: es una de las más antiguas del mundo. Se sitúa en una colina desde la que se obtiene una vista maravillosa, tanto de la parte europea como de la asiática.

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El Gran Bazar: uno de los mercados más grandes y antiguos del mundo, ubicado en el corazón del casco antiguo de la ciudad. Visita obligada para vivir la verdadera experiencia turca. Caótico, laberíntico y único. Excelente lugar para comprar joyas y artesanía. Desde luego, hay que prepararse para regatear, porque esa es la principal atracción y habilidad de los turcos, que nunca salen perdiendo.

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El Bazar de las Especies: un mercado también muy antiguo, ideal para comprar productos típicos como especias, dulces o frutos secos y, por qué no, alguno de esos tés característicos para disfrutar en cualquier rincón de la ciudad, que tienen un sabor especial.