22 jun. 2025

Un laberinto presidencial

Por Gustavo Ortiz G.
gusortiz@uhora.com.py
El jefe de Estado, Nicanor Duarte Frutos, tal vez lo que más desee –y con mucha ansia– en este momento es que de una buena vez llegue ya mismo el final de su mandato para entregar el cargo a un sucesor. Bueno, por lo menos eso es lo que querría cualquier persona normal a quien no le salen las cosas y, para colmo, empeoran.
Los ya frondosos expedientes judiciales acerca de hechos de corrupción de los que se acusa a algunos de sus cercanos colaboradores, altos funcionarios de instituciones públicas dependientes de su Gobierno, así como la creciente expulsión de paraguayos de su tierra para tratar de escapar de la pobreza, son solo dos de los aspectos que mucho le preocuparían a un gobernante, e incluso, le atormentaría el hecho de no poder darles solución.
Y bueno, por lo menos eso es lo que le ocurriría al común de los ciudadanos que no pueden lograr las metas que se propusieron. El mandatario había prometido sacar al Paraguay de la pobreza y eliminar de raíz la corrupción. Para hacer tal compromiso la convicción debió ser demasiado fuerte. Y si fue puro palabrerío político, igualmente no podía desconocer que tarde o temprano la ciudadanía y la historia se lo van a cobrar.
Él sabía muy bien a qué juego ingresaba, primero cuando se hizo político y luego al empezar a ocupar cargos públicos importantes hasta llegar a la presidencia de la República.
Evidentemente que era ambicioso. Se hizo fotografiar al lado del presidente del Partido Colorado durante la dictadura, Juan Ramón Chávez, ya como dando señales de lo que se proponía para más adelante. Pero, ¿esa ambición era solo de llegar a presidente y disfrutar de las prerrogativas de tal función, o hacer una tarea ciclópea desde ese cargo tan importante para sacar al Paraguay de su mala reputación y atraso?
No se puede desconocer que hay algunos avances en materia macroeconómica en el país, pero se necesita mucho más que eso para encaminarlo hacia mejores rumbos. Uno de los principales problemas todavía no está resuelto. Siguen los robos descomunales cometidos desde la función pública con la complicidad de alguna gente del sector privado.
Y si la Justicia manejada por el entorno del presidente y la ANR sigue siendo como ahora, ineficiente y deshonesta, la gente que tiene capital y tecnología continuará dudando para venir al territorio paraguayo. Así no se puede avanzar.
Por eso, quien eligió ser presidente de la República, sin medir las consecuencias que tendrían sus fallas u omisiones, entró a un laberinto en el que la historia lo tendrá atrapado, y por bastante tiempo.