En su encuentro con profesores, alumnos y representantes del mundo de la educación y las ciencias, en la Pontificia Universidad Católica del Ecuador, el papa Francisco dijo que hay que ayudar a los jóvenes a no identificar un grado universitario como sinónimo de mayor estatus, dinero o prestigio social, sino como signo de mayor responsabilidad frente a los problemas de hoy, al cuidado del más pobre y el ambiente.
“No basta con realizar análisis, descripciones de la realidad; es necesario generar los ámbitos, espacios de verdadera búsqueda, debates que generen alternativas a las problemáticas existentes, sobre todo hoy”, afirmó.
Jorge Bergoglio, el papa Francisco, dijo que ante la globalización del paradigma tecnocrático que tiende a creer “que todo incremento del poder constituye, sin más, un progreso, un aumento de seguridad, de utilidad, de bienestar, de energía vital, de plenitud de valores –como si la realidad, el bien y la verdad brotaran espontáneamente del mismo poder tecnológico y económico– los estudiantes, y la sociedad con ellos, están obligados a pensar, a buscar, a discutir sobre nuestra situación actual.
El Papa recordó como anécdota triste que cuando apenas había asumido la jefatura de la Iglesia se enteró de que un hombre muy pobre y anciano había fallecido de frío a solo unas cuadras de la Plaza de San Pedro. Nadie publicó el caso, dijo, pero sin embargo, si caen dos o tres puntos las bolsas de valores en el mundo es noticia y escándalo mundial.
“La universidad católica tienen que tener la capacidad de preguntarse con sus estudiantes por qué pasa esto”, señaló Bergoglio ante el aplauso de los estudiantes.
Francisco dijo que los jóvenes están conminados a pensar “sobre qué tipo de cultura queremos o pretendemos, no solo para nosotros, sino para nuestros hijos, para nuestros nietos. Esta tierra, la hemos recibido como herencia, como un don, como un regalo. Qué bien nos hará preguntarnos: ¿Cómo la queremos dejar? ¿Qué orientación, qué sentido queremos imprimirle a la existencia? ¿Para qué pasamos por este mundo? ¿para qué luchamos y trabajamos?”, se preguntó y preguntó a las ocho mil personas que ocuparon por completo un estadio de la universidad católica en Ecuador.
Antes de la disertación de Bergoglio hablaron representantes de los estudiantes y los educadores católicos. En ambos casos se quejaron de que los recursos con los que cuenta la Iglesia son insuficientes para cubrir la labor educativa de las instituciones católicas