“Cánchape oikóva, cánchape opava’erã”, solía decir un sabio dirigente del club Mariscal López de Alberdi. Fernando Amorebieta y Néstor Camacho se pegaron literalmente en el último clásico. El de Olimpia le dio unos codazos y el de Cerro le dio un cabezazo en la frente y un mordisco en la cabeza. Ambos fueron bien expulsados. Ayer se encontraron casualmente en un shopping y se sentaron a dialogar como dos grandes deportistas y personas decentes. El gesto es un ejemplo de que más allá de la enorme rivalidad siempre debe primar la caballerosidad y que lo que pasa en la cancha queda en la cancha. (Por Lorenzo Villalba).