19 may. 2025

Tres valiosos centenarios

  • Pedro Gamarra Doldán
  • Investigador e_juridio_asuncion@hotmail.com

Este año recuerda el nombre de dos valiosas figuras y una institución que dejaron la impronta de su vida y su obra.OLGA BLINDER

Olga, artista y ciudadana vital, sirvió al país al que se adhirió con profunda intensidad. Tomó siempre la vida en serio. Desde muy joven demostró tener interés en la pintura, y si bien tuvo maestros y pintores que influyeron en su forma estilística, era ella por su vitalidad su principal numen creativo. Se lanza en 1952 con el grupo Arte Nuevo, que reunía a otros valiosos artistas del país, o afincados en él, a producir un arte de libres espacios en las principales calles céntricas de Asunción.

El duro orden (1954 -89) que afectó civil y culturalmente al país se extrema en censura hacia con ella; para asistir a los bienales paulistas, entonces de tanto predicamento y conocimiento, era un vía crucis, pero ella no renunció nunca a ser libre en su arte y sus ideas.

No solo produjo arte, sino que lo enseñó, así como impulsó el TEI (Taller de Expresión Infantil) de tanto valor y luego, el Instituto Superior de Arte (ISdeA), dependiente de la Facultad de Arquitectura, que hoy con justicia lleva su nombre. Fue una luchadora y hasta si se quiere una heroína en la tarea de hacer arte, y en la vida, un ejemplo del sentido verdadero del artista comprometido con la conciencia y el arte.

ÓSCAR FERREIRO

Don Oscar Ferreiro, como con respeto le llamaban los más jóvenes, era respetado por su inmensa sabiduría, el valor expresivo de su palabra y su sentido democrático en el caminar con la gente. Es definido como miembro de la generación cultural del 40, que aglutina a nombres de gran valor: Herib Campos Cervera, Josefina Plá, Augusto Roa Bastos, José María Rivarola Matto, Benigno Casaccia, Elvio Romero, Ezequiel González Alsina, entre otros, que vivieron el compromiso de crear cultura vital y renovadora, entre la Guerra del Chaco (1935) y la guerra civil de 1947, época en que obtienen su formación primordial y dan comienzo a su obra de escritores.

Bebió en las fuentes iniciales del Colegio San José, entonces de fuerte base francesa, y ni qué decir de ese hermano mayor que era Herib Campos Cervera, 16 años mayor que él, pero que ya, voluntariamente o no, había viajado varios meses a Buenos Aires, y la cosmopolita base de esa ciudad. Así pudo ascender al surrealismo francés, al ultraismo español, o las escuelas modernas de la fulgurante literatura rioplatense, incluyendo a Montevideo, con el inevitable Conde de Lautreamont.

Era agrimensor, y como tal conoció el Paraguay profundo, los usos y hábitos de vida prácticos, la sociología, antropología y la arqueología. Su casa era un cenáculo cultural abierto a todo: a los pensamientos más disímiles y variados. Un anarquismo cultural positivo. Claro en la palabra, maestro sencillo en formar a quienes se le acercaban con esa sed, nos enseñó a todos que saber algo es un compromiso de todos, así como saberlo compartir.

Su polémica sobre la antropografía sobre nuestros pueblos primigenios, sus estudios sociológicos y, sobre todo, su óptima poesía lo tornan un referente de nuestra cultura de alto valor por su labor propia y como foco formador de otros noveles valores.

SOCIEDAD CIENTÍFICA DEL PARAGUAY

En 1921, el médico, científico, humanista y filántropo, el doctor Andrés Barbero, se propuso, por iniciativa propia, y la ayuda de médicos, botánicos, cientistas e intelectuales, crear esta entidad que en forma ininterrumpida se ha prodigado por la cultura en sus más variadas ciencias. Sus miembros fundadores fueron Andrés Barbero, Carlos Fiebrig, Adolfo F. Antúnez, Guillermo Tel Bertoni, Manuel Domínguez, Rodolfo Ritter, Marcial Bordas, Luis Migone, Leopoldo Benítez, Manuel Crosa, Emilio Hassler, Pedro Bruno Guggiari, Gerardo Laguardia, Gustavo Crovato, Pedro M. Rodríguez, Arnoldo de Winkelried Bertoni.

La Sociedad Científica del Paraguay aglutinó a los mejores pensadores nacionales y extranjeros. Su revista aparecida en 1922 y en forma casi continua sigue siendo publicada hasta nuestros días. Menos constante sus Anales, es un depósito del acumulativo merecido de todas las charlas dadas en la institución. Entre los años 50 y 70, un grupo de sociólogos y antropólogos le dio un resurgimiento, siendo de esos números ponderables de necesaria lectura.

En los 90, el Dr. Roque Vallejos le dio nuevos lineamientos a la entidad, y comenzó a tornarse más constante la edición de sus revistas y la periodización de las conferencias. Actualmente, la Sociedad Científica del Paraguay, presidida por la Dra. Antonieta de Rojas, prosigue la labor de creación y continuidad. La Sociedad Científica es ya no solo centenaria, sino vitalmente útil para crear y estudiar el pensamiento nacional.