Las organizaciones sociales se concentraron en el barrio capitalino de Liniers, a metros del santuario, donde cada agosto incontables devotos del santo italiano acampan varios días en los alrededores del templo para poder ingresar el día 7 a pedir trabajo o agradecer el que han conseguido con su favor, y que este año volvió a abrir sus puertas tras 2 años de pandemia.
El arzobispo de Buenos Aires y cardenal primado de Argentina, Mario Poli, presidió ayer la misa central en el santuario, donde advirtió que el pan “se hace más inalcanzable a causa de la inflación asfixiante que padece Argentina y que genera miseria”, tras exhortar a las actitudes solidarias y fraternales que permitan reconstruir esta Argentina que hoy duele a todos.
Mientras tanto, la columna de manifestantes de las organizaciones sociales marcharon al centro de la ciudad de Buenos Aires, con el fin de pelear por pan, paz, tierra, techo y trabajo e impulsar una ley para crear un marco a la llamada economía popular con propuestas como el salario universal y el acceso a la tierra, según la consigna difundida por la Unión de Trabajadores y Trabajadoras de la Economía Popular (UTEP), que impulsa la marcha.
“En Argentina lo que hay es mal trabajo”, dijo el presidente del Instituto para el Desarrollo Social Argentino (Idesa), Jorge Colina, ya que “la tasa de desempleo es relativamente baja, de un dígito, pero la informalidad es del 50%”. EFE