El 22 de noviembre de 1995 se estrenaba la película que daría un salto mortal en la historia del cine, pero la acrobacia audiovisual necesitó casi 15 años de desarrollo y el empeño de su director, John Lasseter, quien llegó a recibir un Oscar especial por los logros pioneros en el campo de la animación generada por computadora.
En 1983, llegó a ser despedido de los estudios Disney por su interés en desarrollar proyectos basados en la informática que requerían elevados presupuestos para la época.
Pocos imaginaban que esa obsesión acabaría por inaugurar una de las sagas más exitosas de la gran pantalla, que elevó el estatus del cine animado y que evolucionaría en cuatro entregas, cada una más aclamada que la anterior.
Hasta entonces, lápiz, papel y borrador eran los únicos ingredientes para construir la magia en las cintas de dibujos animados, que habían alcanzado la cumbre del éxito con The Lion King, en 1994, y Pocahontas, en 1995, pero también mostraban un estilo algo estancado. La primera inspiración para Toy Story fue la película Tor, de 1982, un filme pionero en introducir la computación gráfica de manera destacada en su argumento y que fascinó tanto a Lasseter que tras verla propuso a Disney un proyecto 100% informático. EFE