Las clases virtuales son un nuevo mundo tanto para los padres como para los hijos. A veces muchos son reacios a los cambios, pero hay que recordar que a lo largo de la historia se observaron que los grandes avances en términos pedagógicos se produjeron cuando se llevaron a cabo cambios tecnológicos. La neurosicopedagoga Rocío Miño explica las ventajas y desventajas que implican las clases virtuales.
El formato virtual puede convertirse en una ventana para descubrir nuevas formas de aprender y reinventar la educación. Con los avances en la tecnología se fueron creando plataformas como herramientas que hacen que la educación virtual y el aprendizaje de los niños sean más interactivos y dinámicos, y en algunas ocasiones se perciba mejor que la educación presencial en la cual se tiene una rutina establecida.
“La tecnología debe ser considerada como un apoyo que puede utilizar el docente, pero tampoco se debe definir como la única herramienta, puesto que hay variables pedagógicas que siguen siendo válidas, como ser los casos con los niños más pequeños que requieren la adquisición de habilidades motrices y experiencias reales que contribuyen en el debido proceso de aprendizaje y que el modelo virtual no puede suplir”, explica la especialista y añade:
“Así también, se debe considerar que hay estudiantes que tienen problemas de aprendizaje y necesitan una asistencia personalizada e inclusive algunos requieren asistencia desde el punto de vista de educación inclusiva. Otros presentan problemas emocionales, y estar encerrados tanto tiempo no les ayuda”.
Según la experta, para que el aprendizaje virtual sea significativo se deben considerar aspectos fundamentales como la formación de los docentes al respecto, la calidad del material didáctico que se emplea, potencializando aplicaciones en las plataformas, empleando nuevas didácticas.
“Y algo no menos importante, establecer una buena retroalimentación con los estudiantes, de manera cálida, a fin de hacer más llevadero el distanciamiento”.
¿Cómo evitar el estrés?. Aquí surgen otras preocupaciones asociadas con este nuevo estilo de aprendizaje, entre ellas el bienestar emocional de los niños.
“Debemos trabajar con anticipación en casa. Establecer rutinas con horarios y normas. El niño debe saber de antemano el tiempo que se dedicará a la actividad, si habrá un descanso y de cuánto tiempo”.
El acompañamiento de un adulto es indispensable, lo cual reduce la ansiedad ante la exposición a la clase virtual.
Además es importante ofrecerles apoyo ante los esfuerzos y debilidades que presenten.
“Tener en cuenta que la pandemia cambió el estilo de vida, muchas veces se torna más desorganizada, pero no debemos olvidar los pilares fundamentales para los niños, que son las horas adecuadas de sueño y llevar una alimentación equilibrada. Estos aspectos les permiten permanecer más alertas a la hora del estudio”, culmina Miño.
A tener en cuenta. Muchos niños siguen realizando las clases en forma online. Una especialista ofrece sugerencias para un sano desarrollo desde casa.
Capacidad atencional
La misma varía según la edad. Un niño de 4 a 5 años atiende una pantalla un máximo 20 minutos, con actividades lúdicas.
Los niños más grandes podrían emplearse clases de 50 a 60 minutos con intervalos de descansos de 10 minutos. El tiempo máximo de atención adecuadada es de 45 minutos. Hay que implementar pausas activas al inicio y al final de cada clase, con ejercicios de estiramiento, para evitar aburrimiento.