La brecha es aún más notable en el Departamento Central, caracterizado por el gran crecimiento inmobiliario, aunque también se trata de una importante zona de producción frutihortícola. El precio promedio en área alcanza los USD 36.399 por hectárea, prácticamente cuatro veces más que los valores de USD 7.350 y USD 8.100, correspondiente a las tierras agrícolas de Illinois y Iowa, Estados Unidos.
En Alto Paraná, donde se concentra la mayor superficie de siembra de soja con alrededor de 100.000 hectáreas, las tierras representan casi el doble del precio que las del país norteamericano, de acuerdo con el comparativo que analizó el Cadep en su investigación Transición agraria en Paraguay. Evidencias empíricas y explicaciones teóricas, publicada recientemente.
El libro destaca que desde hace casi treinta años hay un aumento sostenido en los precios de las tierras agrícolas, especialmente en la Región Oriental, mientras que en el Chaco empezaron a subir hace poco más de una década.
Si bien se levantaron datos de todo el país, la investigación se enfocó en tres zonas agrícolas de la Región Oriental. “Se puede observar cómo los precios de Itapúa (USD 6.945), un departamento con poco territorio urbano, se acercan a los precios de los estados de mayor producción de granos de los Estados Unidos. Mientras Caaguazú (USD 8.857) y San Pedro (4.608) muestran, sucesivamente, valores inferiores por hectárea de tierra”, destaca el análisis.
En cuanto a las características de estos departamentos explica que en Itapúa hay un núcleo de desarrollo agroempresarial, mientras que en Caaguazú se observa una transición donde rápidamente se consolida el mismo nivel de desarrollo agrario, a diferencia de San Pedro, donde la economía y la sociedad campesina siguen vigentes.
PROPUESTAS. La comparación de los precios de las tierras es solo uno de los aspectos socioeconómicos que los investigadores Belén Servín, Cynthia González, Dionisio Borda y Gustavo Setrini decidieron indagar mediante varias fuentes, incluyendo encuestas a productores, donde se dificultó el acceso a datos de los agricultores a gran escala. Entre los hallazgos se destaca el mayor empleo que generan las pequeñas fincas con relación a las grandes extensiones de cultivos.
En ese sentido, los autores alertan que una transición basada en la agricultura a gran escala concentrará la riqueza en pocas manos y generará una economía urbana vulnerable y desigual, mientras el impulso de una transición encabezada por los pequeños y mediados productores promete una mejor distribución a través del mercado de trabajo agrícola, el capital y la riqueza generada por las mejoras de eficiencia y la innovación productiva.