Testigos históricos, en agonía frente al exterminio silencioso

Monumentos, casonas y antiguas viviendas del Casco Histórico de Asunción agonizan a la espera de conservación. El Panteón restaurado es el reverso de la “demolición silenciosa” que sufre la ciudad.

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En sus silenciosas sombras y en cada recodo de sus paredes se conservan retazos de la historia y la identidad paraguaya. Los monumentos, las casonas y antiguas viviendas asuncenas son testigos del pasado y resisten hoy al paso del tiempo, al abandono y la desidia.

A días del aniversario 481 de la fundación de , considerada Madre de Ciudades, sus inmuebles patrimoniales –desde monumentales construcciones hasta vetustas casonas y viviendas– “piden a gritos” que se les atienda y restaure.

La excepción es el Panteón Nacional de los Héroes, que recibió una completa restauración como precisan otros monumentos históricos: el templo de La Encarnación, la Estación del Ferrocarril, la casona de Madame Lynch, La Recova, el , entre otros. Este último, incluso, fue intervenido a medias –solo en su ala derecha– y con “varios desperfectos”, de acuerdo al informe del arquitecto Alejandro Novakosky, quien hizo una inspección en el marco de la intervención.

Todo esto sin mencionar los “patrimonios modestos”, una categoría que comprenden las viviendas particulares del siglo XIX y principios del XX. Estos son los bienes patrimoniales más amenazados. “Se demuele todos los días en Asunción. Yo le llamaba la ‘demolición mía’ de cada día”, se lamenta la arquitecta Ani Lluis O’Hara al rememorar sus años –2013 al 2016– al frente de la Dirección de Patrimonio de la Secretaría Nacional de Cultura (SNC).

Y se demuelen “para construir edificios de altura” –dice– porque “hay problemas” con la Ley 5621/16 de Protección de Patrimonio Cultural, pues a dos años de su vigencia aún no fue reglamentada. “El tiene millones de elementos que corresponden a la categoría de patrimonio modesto”, expone sobre una investigación que hizo: constató que el 89% del patrimonio que posee el centro histórico de la capital es “patrimonio modesto”.

Lluis hace 22 años trabaja en la defensa y preservación de los edificios históricos. Salió de la SNC por tener una postura opuesta a la que se viene imponiendo en la política de conservación a nivel país.

Omisión. Solo “tres a cuatro familias son propietarias de la mayoría” de las viviendas del microcentro y denuncia que las “dejan caer”. Desde que la sacaron de la SNC, se dedicó a sacar fotos de antiguas viviendas. Entre las persianas vio que “van sacando de a poco las tejas” y no tardó en sacar una conclusión: “Se pudre la madera, se cayó el techo. Después se caen las paredes laterales y la pared del fondo. Queda la fachada y apuntalan porque gua’u está en peligro. Pero un domingo lluvioso se cayó la fachada. Ese es el proceso de demolición silenciosa”, acusa.

Entiende, a su vez, que hoy “es una cruz pesada” para el propietario “tener un bien de valor patrimonial”, porque la citada ley contempla incentivos que aún no son aplicados por falta de regulación.

En otra época, lo que es hoy el casco histórico asunceno supo enamorar a arquitectos extranjeros que venían con bríos de modernidad. “Déjenla como está”, reproduce Lluis la frase del francés Le Corbusier, uno de los exponentes de la arquitectura moderna, que –a contramano de su convicción revolucionaria– le había sugerido eso al intendente capitalino en 1926 que le consultaba los cambios que debían hacer en la ciudad. “No le hicimos caso y así nos va; cada vez menos histórico nuestro centro”, remata.

Patrimonios edilicios de Asunción corren “peligro de pérdida”

Luego de la restauración del Panteón de los Héroes, existe una lista de monumentos históricos que presentan importantes deterioros, algunos visibles desde la calle, otros no.

“La Encarnación se cae a pedazos”, exclama en un sentido “afectivo” de la palabra la arquitecta Ani Lluis O’Hara. Aunque desde el punto de vista técnico y artístico, observar “esa iglesia es bellísima, valiosísima y está en estado deplorable de conservación”.

“Estructuralmente parece que está bien consolidada, pero las aberturas están todas destruidas”, precisa y señala que se pueden restaurar todavía. “Pero siempre existe un peligro de pérdida, a medida que pasa el tiempo eso se va deteriorando más. Llega un momento en que lo que se podía salvar de esas aberturas no podés salvar y tenés que reemplazar”, completa sin olvidar que en ese templo hay mobiliarios del siglo XIX que también precisan ser restaurados.

El Ing. Guillermo Barrail, encargado de la obra del Panteón, opina que tanto La Encarnación como la Catedral Metropolitana y el Palacio de López piden a gritos ser recuperados. “La gente cree que se inaugura de vuelta algo y está restaurado. Por ejemplo, el Palacio no está restaurado: le pasaron una hermosa pintura, le hicieron una lavada de cara y quedó hermoso”, señala sobre la casa presidencial que aguarda la segunda fase de intervención.

“Si siguen pasando los años y no se restaura, no es que se va a caer; pero es la pérdida del valor patrimonial: se van perdiendo molduras, pinturas originales”, enumera Lluis y revela que el Palacio presenta a diario “cortes de luz” y cuenta con un solo electricista, que es el que maneja todo el tablero del sitio y es del interior.

“Tiene pequeños problemas estructurales que si pasan 10 o 20 años y no se cambian los dinteles metálicos de los techos planos de las bovedillas, van a ir colapsando. No se va a caer el Palacio, pero sí un pedazo del techo”, advierte. En efecto, hace cuatro años cedió una parte del cielo raso y cayó con una araña luminosa.

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