Una serie de hechos iniciados en agosto dan cuenta de los problemas que enfrenta nuestro país en sus relaciones económicas y diplomáticas con el vecino país. En el mes de agosto trascendió que el gobierno electo en Paraguay había solicitado al ministro de Economía de Argentina diferir los pagos pendientes por cesión y consumo de energía de la Entidad Binacional Yacyretá (EBY) hasta tanto asumiera la nueva gestión. Esto no solo puso al vecino país en el medio de un conflicto político interno, sino que además, dado el monto adeudado por Yacyretá, también tendría efecto en la población paraguaya, beneficiaria potencial de esos recursos.
Unas semanas después, el cobro de peajes en la hidrovía por parte de Argentina puso de nuevo el relacionamiento bilateral en el debate público. El asunto adquirió destaque en la prensa debido a un anuncio unilateral de nuestra Cancillería que fue desmentido por el vecino país, no habiendo documento escrito ni declaración conjunta que avale el referido anuncio.
La incertidumbre sobre los costos y las consecuencias económicas del criticado peaje también puso en cuestionamiento a las autoridades nacionales, ya que no mostraron a la ciudadanía los datos que justifiquen el alto grado de conflictividad generado en tan poco tiempo.
En paralelo, surge una nueva tensión debido a la deuda que mantiene Yacyretá por lo que Paraguay optó por retirar toda la energía disponible. Algunos especialistas en el tema señalaron que esta decisión tendrá costos elevados en nuestro país. Paraguay ya contrató energía de la Itaipú para los próximos meses, lo que significaría que la ANDE estaría comprando más energía de la necesaria. Esto podría tener como resultado que Paraguay pague dos veces y termine cediendo al Brasil energía gratis si no es utilizada en el mercado interno, con consecuencias en la situación financiera de la ANDE y un posible traslado en los costos a los consumidores.
Mientras se sucedían otros hechos como la retención por parte de Argentina de embarcaciones con bandera paraguaya en la hidrovía y de camiones transportadores de gas en Clorinda. Paraguay, por su parte, anunció que nuestro país no dará su “no objeción” en el Fondo Monetario Internacional (FMI) para las revisiones del programa que Argentina tiene con este organismo.
Algunos parlamentarios nacionales sumaron anécdotas al hacer referencia a la necesidad de invertir en armas y de estar aptos para la guerra con el vecino país, lo que mereció más burlas que respuestas y debate serio en el marco de un debate sobre la política de defensa y las hipótesis de conflicto.
Hasta el momento, la sucesión de conflictos solo anuncia un saldo neto negativo en el que hay más pérdidas que ganancias económicas para casi todos los actores públicos y privados, lo que es claramente un mal resultado.
Los conflictos coyunturales entre países vecinos deben ser valorados en su integralidad, ya que en las zonas fronterizas no solo hay hitos o divisiones naturales, sino personas conviviendo y en el caso de la Argentina, paraguayos y paraguayas que transitan cotidianamente hacia ese país en busca de trabajo, ingresos laborales, salud y educación que no consiguen en el nuestro país. Adicionalmente, envían remesas. Todo ello beneficiándose de un programa migratorio que les permite vivir en su gran mayoría en condiciones regulares. Si Argentina toma represalias en este ámbito, el saldo negativo para el Paraguay se acrecienta.
Argentina es un país con el cual compartimos vínculos económicos, sociales y culturales. La política pública relacionada con este país debe ser analizada como cualquier otra política, de manera integral y con proyección en el largo plazo. Las expresiones de patriotismo y soberanía deben ser consideradas en todos sus ámbitos y, sobre todo, analizadas en conjunto con el objetivo del bien común.