09 jun. 2025

Sudamérica, cada vez mejor conectada para la era digital

La culminación el pasado viernes del tendido del cable submarino de 2.000 kilómetros que une Santos (Brasil) con Punta el Este (Uruguay), bautizado como Tannat, constituye un paso gigante para la conectividad de Sudamérica y su inclusión en la era digital.

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El proyecto Tannat refuerza la conectividad de Suramérica. Foto: Archivo

Pedro Damián de Diego - EFE

Tannat, denominación en honor a la cepa y uva nacional del Uruguay, empalma en Brasil con el cable Monet que va directamente a Estados Unidos, lo que en la práctica significa la conexión directa del país austral con América del Norte mediante seis pares de fibra óptica de última generación financiados por Google y la compañía estatal Antel, con la tecnología de “Alcatel-Lucent Submarine Networks”.

Uruguay, a través de Antel, es a su vez copropietaria de Monet, junto con la brasileña Algar Telecom, Angola Cables, Google y “Monet Investors”.

El proyecto Tannat refuerza la conectividad de Sudamérica que hasta ahora prestan fundamentalmente los cables Sam-1, un anillo autorrestaurable de 25.000 kilómetros promovido por la compañía Level 3 y actualmente propiedad de Telefónica y TE Connectivity, y Atlantis2, que en su camino a Conil de la Frontera (España) conecta Las Toninas (provincia de Buenos Aires, Argentina) con Fortaleza (Brasil).

Tannat consolida a la República Oriental del Uruguay como paraíso tecnológico ideal para el establecimiento de empresas que para operar requieren conexiones de datos de gran capacidad y a su vez convierte al país austral en el sexto proveedor internacional de servicios de telecomunicaciones de América del Sur.

Hasta ahora Uruguay, donde es obligatorio que cada vivienda tenga una toma de fibra óptica, se tenía que limitar a satisfacer sus necesidades de interconexión internacional de banda ancha con el cable Unisur-2, integrado por dos pares con una capacidad máxima de tan solo 100 gigabits por segundo de propiedad compartida entre Antel y Telefónica.

Sin embargo, a partir de la entrada en servicio de Tannat, dentro de unos meses, se convertirá en mayorista y exportador a los países de su entorno, principalmente Argentina, Brasil, Chile y Paraguay.

El inicio de las operaciones de Tannat se producirá una vez instalados los servidores y equipos distribuidores en la estación de amarre y control de Punta del Este, la misma que controla Unisur-2.

Los datos circularán por esta autopista de la información a 90 terabits por segundo, una velocidad de vértigo 15 millones mayor que lo que permiten las conexiones convencionales.

Sin embargo, será menor que la que ofrecerán otros cables en fase de ejecución, como el Marea (España-Virginia, EE.UU.), gestionado por Telefónica y construido por Microsoft y Facebook, que permitirá una velocidad de datos de 160 terabits por segundo a través de 8 pares de fibra óptica.

El Tannat completa en realidad el último tramo (2.000 kilómetros) de un itinerario total de 12.556, que empalma en Santos con el tramo Monet, de 10.556 kilómetros, que llega hasta la ciudad de Boca de Ratón (Palm Beach, Florida, EEUU).

El proyecto Tannat comenzó a gestarse en 2012 y se cerró en 2014 con la firma del correspondiente contrato entre Uruguay y Google, con una inversión total por parte de Antel de 73,8 millones de dólares que la parte uruguaya espera rentabilizar con la instalación en el país de empresas tecnológicas líderes que consoliden este pequeño estado como puerto tecnológico de América Latina.

La joya de este puerto es un centro de datos internacional de 12.500 metros cuadrados de superficie, ubicado en el Polo Tecnológico de Canelones y considerado el cerebro tecnológico de la región y motor de la sociedad del conocimiento. Su principal objetivo es dar respaldo y brindar seguridad a los activos digitales de empresas del Cono Sur.

Tannat y su interconexión con Monet permitirá descongestionar a Sam-1, que lleva más de 17 años conectando a Sudamérica con el mundo principalmente a través de las estaciones de amarre de Las Toninas, en Argentina (punto de partida también de Atlantis y de Unisur-2), y de Valparaíso, en Chile.

Este anillo autorrestaurable cuenta, para mayor seguridad, con rutas terrestres de fibra óptica alternativas y separadas, con salidas hacia los océanos Atlántico y Pacífico.

Comenzó sus operaciones en 2000, conectando EE.UU., Puerto Rico, Brasil, Argentina, Chile, Perú y Guatemala y en 2007 fue extendido a Ecuador y Colombia.

Con Tannat, Monet, Atlantis, Unisur-2, Sam-1 y otros cables secundarios, Suramérica está cada vez más cerca de ser una región totalmente conectada para la era digital que protagonizan día a día sus más de 300 millones de usuarios de la banda ancha.

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