Por Benjamín Fernández Bogado - www.benajaminfernandezbogado.wordpress.com
El periodo de gobierno que completa el vicepresidente electo Franco, quien ganó ese derecho en la misma boleta que el expresidente Lugo, no tiene mucho tiempo para hacer muchas cosas; por lo tanto, requiere concentrarse en pequeñas acciones bien concretas que demuestren el verdadero interés de consolidar la democracia paraguaya.
Por un lado debe ordenar el inicio de un catastro en serio, el país no puede seguir afirmando como lo hacía Lugo, que poseemos más territorio registrado falsamente en la dirección respectiva que los kilómetros cuadrados que tiene el país. Esto no puede seguir siendo la actitud de un titular del Ejecutivo. Ese cinismo de denunciar lo que está mal, siendo uno el que debiera resolverlo, es lo primero que hay que erradicar en la gestión de la presidencia.
Debe plantear en serio un régimen impositivo justo para las tierras agrícolas. Es injusto, inmoral y contrario a la convivencia pagar menos de 2.000 guaraníes de impuesto por una hectárea de terreno que vale en el mercado más de 20.000 dólares. Esto tiene que ser urgente, rápido y concreto. Con ese dinero recaudado iniciar la verdadera reforma agraria. Catastrado el país, con recursos para caminos, viviendas, servicios públicos y créditos se acaba el problema, y el discurso de la reforma agraria pasa a convertirse en una cuestión secundaria.
Iniciar con urgencia el cambio de nuestra matriz energética. Poner una fecha, quizás 10 años, en que el parque automotor paraguayo sea completamente movido a electricidad y que el consumo de energía para cocinar alimentos se base en energía eléctrica y no en biomasa (leña o carbón) y gas. Eso dejará en los cofres de la ANDE más de 300 millones de dólares anuales. Debemos ser el primer país en uso masivo de energía eléctrica del mundo si poseemos el per cápita hidroenergético más grande del planeta. Trabajar estos temas en serio y en profundidad.
Si no tenemos los expertos, pues contratemos de afuera que los hay muchos. Franco debe dar señales de modernidad que motiven a la ciudadanía a acostumbrarse a pedir más a los líderes políticos y no contentarse con cualquiera.
Ya sabemos los costos de la improvisación política, el aprendizaje ha sido doloroso y es la hora de políticas públicas inteligentes, audaces y favorables a la gente.
Federico Franco ya no tiene otra chance presidencial más que esta.
En memoria de su recordado padre, quien cuando le nombraron en un cargo de Petropar y debido a la crítica que él despertó, renunció antes de aceptarlo, debe entender que su horizonte no acaba en Fernando de la Mora, sino en la siguiente generación de paraguayos. Bajar las líneas claramente para que cualquiera que gane los comicios de abril no le quede otra opción que seguir elevando el listón de expectativas ciudadanas.
Huir de las prácticas antiguas de la política criolla y demostrar una actitud nueva en la relación con la gente será de vital importancia en estos últimos minutos de juego en que le ha tocado ingresar como jefe del Ejecutivo. No debe deslumbrarle el boato del poder y menos caer en su erótica como su antecesor.
Trabajar, trabajar, trabajar tan duro y aplicado que nos permita creer aún que “la democracia es un sistema de oportunidades donde todos estamos seguros... que tenemos al menos una” como diría Thomas Jefferson.