El papa Francisco reflexionó: “… Él lo dijo claramente a sus discípulos: ‘Si alguno quiere venir en pos de mí, que se niegue a sí mismo, tome su cruz y me siga’ (Mt. 16,24). Él nunca prometió honores y triunfos.
Los Evangelios son muy claros. Siempre advirtió a sus amigos que el camino era ese, y que la victoria final pasaría a través de la pasión y de la cruz. Y lo mismo vale para nosotros. Para seguir fielmente a Jesús, pedimos la gracia de hacerlo no de palabra sino con los hechos, y de llevar nuestra cruz con paciencia, de no rechazarla, ni deshacerse de ella, sino que, mirándolo a él, aceptémosla y llevémosla día a día.
Asumir un estilo de vida cristiano significa, pues, “tomar la cruz con Jesús e ir adelante”. Cristo mismo nos mostró este estilo negándose a sí mismo. Él, aun siendo igual a Dios —observó el Pontífice—, no se glorió de ello, no lo consideró “un bien irrenunciable, sino que se humilló a sí mismo” y se hizo “siervo por todos nosotros”.
Este es el estilo de vida que “nos salvará, nos dará alegría y nos hará fecundos, porque este camino que lleva a negarse a sí mismo está hecho para dar vida; es lo contrario del camino del egoísmo”, es decir, “el que lleva a sentir apego a todos los bienes solo para sí”.
En cambio, este es un camino “abierto a los demás, porque es el mismo que recorrió Jesús”. Por lo tanto, es un camino “de negación de sí para dar vida. El estilo cristiano está precisamente en este estilo de humildad, de docilidad, de mansedumbre. Quien quiera salvar su vida, la perderá. En el Evangelio, Jesús repite esta idea. “Recordad cuando habla del grano de trigo: si esta semilla no muere, no puede dar fruto” (cf. Jn. 12, 24).
Se trata de un camino que hay que recorrer “con alegría, porque —explicó el Papa— Él mismo nos da la alegría. Seguir a Jesús es alegría”. Pero es necesario seguirlo con su estilo —insistió—, “y no con el estilo del mundo”, haciendo lo que cada uno puede: lo que importa es hacerlo “para dar vida a los demás, no para dar vida a uno mismo…”.
“Humildad, servicio, ningún egoísmo, sin sentirse importante o adelantarse a los demás como una persona importante. ¡Soy cristiano…!”.
(Frases exractadas de http://www.vatican.va)