13 jun. 2025

Ser o no ser

La tragedia de Shakespeare en Hamlet tiene un carácter profundo. No solo es una de las obras más traducidas en el mundo sino que la lección que deja es siempre aplicable a realidades cotidianas, independiente del país, lo que la hace universal. Un joven príncipe danés debe vengar la muerte de su padre en manos de su tío Claudio. El discurso de inicio de ser o no ser plantea la disyuntiva de vivir o morir, existir o no existir o ser o no ser. La historia tiene varios protagonistas, entre ellos uno de nombre: Horacio. El triunfo de Santiago Peña parece inscribirse perfectamente en este drama universal, aunque el muerto siga vivo. La política, recuerden, es un gran teatro de la representación humana.

Las primeras expresiones de Peña luego de la victoria por un margen importante sobre Alegre, sin embargo, en su coreografía de triunfo giró en torno al rostro, vestimenta y gestos de su mentor: Horacio Cartes cuya hija en medio del triunfo agradeció que los políticos no le hayan soltado aún la mano. En una rara entrevista, el calificado por los EEUU de “significativamente corrupto” culpó al presidente Abdo y al embajador americano en Paraguay de intentar acabar con él. Los acusó de persecución y que no encuentra razones del castigo y desconoce los argumentos de las acusaciones. Afirmó –como para tranquilizar a los espectadores de la tragedia– que no molestará mucho al “príncipe” y que se defenderá aquí o en los EEUU si llega la extradición. Peña le devolvió la gentileza en un acto eufórico con palabras elogiosas a su mentor, aunque luego después de varias preguntas de la prensa afirmó que su problema es personal y que debe él resolverlo. Sin embargo, el fantasma de Cartes lo perseguirá hasta el final de la obra. La tragedia tiene tres pasos que nunca cambian: el primero: todos saben que van a morir, segundo: nadie quiere morir, y tercero: todos hacen algo para morir.

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El gobierno bicéfalo anunciado por el senador más votado de los colorados: Ovelar, no ayuda mucho a tranquilizar las aguas. Al contrario, las agita y puede desatar violentas marejadas. Para ponerse a resguardo, los senadores del movimiento de Abdo anuncian antes de una semana de la victoria que formarán una bancada propia y que no serán una aplanadora en el Congreso, donde el Partido Colorado tiene una cómoda mayoría. La aparición de Cubas como tercera fuerza y la amenaza que no dejará asumir a Peña surgen como una amenaza real en el desarrollo coreográfico de nuestra tragedia. Alcanzó sorpresivamente casi 700 mil votos, ganó la presidencia en el Alto Paraná a los dos partidos tradicionales y está dispuesto a encarnar el voto bronca que no tiene nada que perder y encuentra en el caos o la anarquía su forma de legitimarse de manera continua. No está dispuesto a dar paz y afirma que las elecciones han sido fraudulentas. Un Tribunal Electoral lo ayuda. Envía unas 2.000 urnas de regreso a la Argentina y se resiste a abrir el sobre 4 cuando la desconfianza amenaza con incendiar Asunción. Hacen el coro al desarrollo de la tragedia con música de oboes y timbales. Abdo huye a la coronación del rey de Inglaterra mientras algo huele a podrido en Dinamarca, como diría el británico más universal: Shakespeare.

Hay una tensa calma. El electo envía un mensaje a la administración actual afirmando que no hay rencor pero sí memoria. Es lo mismo que decir no los vamos a olvidar y les vamos a cobrar. Los de la Concertación lucen confundidos y absortos dejan el escenario donde les esperan la oscuridad y la venganza. El ruido de los desheredados es atronador. Han encontrado quien encarne todas sus reivindicaciones en el único sentido que creen posible alcanzarlo: la locura. No parece que puedan perder nada cuando nada tienen. Es un peligro para todos, incluido para ellos. Los han venido ninguneando desde hace mucho tiempo y desde su desprecio se lanzan al vacío como su guía llevado en andas como arpón humano. Llevan preso a Cubas, pero sin cargos contra Cartes a nivel local, solo una extradición podrá descomprimir la presión política que se siente.

La tragedia paraguaya está lejos de acabarse. Queda demasiado por desarrollarse, por eso ni los que ganaron han tenido tiempo ni entusiasmo para festejar ni tampoco los que perdieron asumen su condición. “To be or not to be”, ser o no ser grita Hamlet sosteniendo el cráneo de la calavera, mientras absorta la platea intenta descifrar los mensajes. Falta mucho para que la obra acabe. Recién empezó.