Ante la imposibilidad de poder apagar el incendio durante días por parte de las corporaciones de bomberos, cientos de humildes moradores de las zonas aledañas han tenido que huir de sus casas y refugiarse en colegios y espacios públicos, motivando una amplia campaña de solidaridad para asistirlos con alimentos y medicinas. Han sido los afectados más directos, pero también las zonas céntricas y más residenciales de la ciudad se han visto perjudicadas por el humo tóxico, que según los especialistas resulta sumamente dañino para la salud, ya que aspirar principalmente monóxido de carbono causa graves lesiones no solamente a las vías respiratorias, sino también a otros órganos del cuerpo. Una vez más, se ha podido constatar que mantener un enorme sitio para la disposición de basuras en medio de la capital del Paraguay constituye un verdadero crimen ecológico.
El vertedero creado en 1984 por el Municipio de Asunción, en las inmediaciones de la laguna Cateura, en el sector del Bañado Sur, zona inundable del río Paraguay, hace tiempo que se ha visto rebasado y debió ser clausurado y sometido a un tratamiento de recuperación ambiental, trasladando la disposición de residuos a otro sitio más seguro, con métodos modernos de reciclaje y tratamiento, más amigables para el ecosistema.
Esa determinación, sin embargo, ha sido postergada en reiteradas oportunidades por una lamentable combinación de inutilidad de organismos del Estado, municipios y gobernaciones, mezclados con poderosos intereses, corrupción, inconsciencia e impunidad, y mantiene a la población atada a una grave amenaza.
Se habla de guerra de empresas concesionarias. Una nueva intervención de fiscalizadores y técnicos del Ministerio del Ambiente y Desarrollo Sostenible (Mades) sostiene que se han encontrado, una vez más, graves irregularidades, como rellenos inadecuados y el riesgo de verter el lixiviado (el líquido que fluye de los desperdicios) a las aguas del río Paraguay, pudiendo provocar no solo la contaminación, sino el envenenamiento del cauce. Se habla de que el vertedero cuenta con un plan de cierre definitivo en 2022, pero todo suena a una historia repetida, de reiteradas postergaciones, que hasta ahora han resultado solo en parches y no en solución definitiva.
No se puede seguir sometiendo a un enorme sector de la población al envenenamiento cotidiano. Tampoco se puede normalizar que, ante la falta de trabajo y de asistencia del Estado, se normalice que la vida de tanta gente tenga que depender de la basura. Hay que resolver el grave problema del vertedero de Cateura antes de que se produzca un mayor colapso.