Se busca un presidente con carácter que ponga en práctica el discurso de “no robarás” sin excepciones. Sean familiares, amigos o correligionarios. Alguien que le diga al país que con eso se ahorran 2.000 millones de dólares anuales, se deja de vivir prestado y de sostener una clientela parasitaria peor que el coronavirus.
Se busca alguien que sea capaz de mandar presos a sus familiares o amigos como lo hizo Lee Kwan Yew en Singapur hace 55 años para sacar a su país de la ciénaga en la que vivían para convertirlo en la nación donde la corrupción apesta y el corrupto es castigado. El país más rico del mundo con cero tolerancias a la delincuencia. Necesitamos un liderazgo que estimule las acciones éticas y no un pusilánime rico o con ansias de serlo que crea que ser presidente es el mecanismo para acumular fortuna y cubrir carencias afectivas de lejana o cercana data. Requerimos una persona equilibrada y sin necesidad de un cargo.
Se busca un líder en educación. Dispuesto a hacer la revolución que se requiere sin importarles los privilegios. Alguien dispuesto a duplicar la inversión, mejorar la malla curricular, seleccionar a los mejores como maestros y dotar de una infraestructura adecuada y racional. Requerimos un campeón del conocimiento dispuesto a convencer a alumnos, padres y maestros que sin educación no saldremos de la pobreza y de la marginación.
Se busca un presidente despojado de afectos infantiles, de nostalgias estudiantiles o de pago de favores a amigos. Uno que en verdad emerja sobre esas miserias que impiden en los momentos críticos despojarse de los lastres que impiden que un país se eleve hacia mejores destinos.
Requerimos un patriota que ame profundamente a la población a la que decidió servir. Que tenga la más alta consideración hacia sus votantes y que procure ganarse el afecto de los que no creyeron en su oferta electoral. Uno que diga de su pueblo que es el mejor para luchar por su destino y no uno que lo llena de elogios en los discursos hacia afuera, pero que para adentro afirma que es pedigüeño, pobre y meretriz. Necesitamos alguien que quiera que su gobierno se parezca al país que decidió servir, que no es otra cosa que alcanzar el estadio más elevado del amor.
Se busca, en definitiva y con tiempo, uno que sea capaz de limpiar de basura este lecho de un río sin agua que hizo emerger las peores miserias de los miserables que hemos tenido hasta ahora como mandatarios. Capaces de lucrar con lo que se les ponga enfrente, despreciar a sus mandantes y desdeñar su compromiso ocasional. Mucho ya se han reído de nosotros, requerimos personas serias, coherentes, predecibles, austeras y sacrificadas. La historia lo recompensará y el país se lo agradecerá.
Hay tiempo. Busquemos. Hasta los alemanes tardaron en darse cuenta de que entre ellos había un Adenauer, aunque eligieran antes a Hitler. Se buscan un líder y un país capaz de aguantar los cambios.