Trataron de reanimarlo durante 50 minutos, pero su corazón ya no respondía. El cantante Marco Antonio de Brix falleció ayer, a las 8.20, en el complejo médico La Costa, a causa de complicación en la aorta.
A los 45 años, su corazón no soportó el embate de una enfermedad hereditaria que causó la muerte a su padre y a un hermano. Dos años después de haber sufrido su primer gran tropiezo de salud, el segundo ataque segó la voz de quien fue una de las figuras más carismáticas del canto en Paraguay.
La reacción de sus amigos y colegas no se hizo esperar. El salón Memorial, situado en la avenida Mariscal López, se convirtió en el sitio de despedida a pura música, donde la tristeza no podía ser más entrañable.
El nombre de Marco comenzó a sonar fuerte tras su primera actuación en el festival internacional de la canción OTI, en el año 1983, en Wa- shington, Estados Unidos. Había quedado en cuarto puesto con la interpretación del tema Soñaremos como ayer.
Cinco años después su figura volvió a resaltar en el festival de la OTI realizado en Buenos Aires, Argentina. En esa oportunidad alcanzó el segundo lugar, con la canción Un mundo diferente. Ambos temas fueron compuestos por Antonio Medina Boselli.
VIDA EN ESCENARIOS. Su vida artística fue completa. Cantaba desde pequeño apoyado por su padre, César de Brix. Su debut en un elenco de teatro se dio en 1972, en la obra El arribeño, en el Teatro Municipal Ignacio A. Pane.
Su voz lo llevó a recintos europeos, donde fue muy aplaudido. Cinco discos grabados consolidaron su faceta de solista. En los últimos años incursionó fuertemente en la radio y la televisión, como conductor y como panelista en programas de debate.
Tenía la facilidad de pasear por distintos estilos y géneros musicales, desde la balada hasta lo moderno, y la que amaba profundamente: las canciones de inspiración folclórica.
Compartió escenario con El Puma Rodríguez y Mercedes Sosa, entre otros extranjeros de gran jerarquía musical.
A nivel local cumplió su gran sueño de cantar, ya en sus últimas actuaciones, con el dúo Méndez-Fleitas, al que admiraba bastante.
Su despedida del público asunceno se dio hace dos semanas en el Gran Teatro del Banco Central del Paraguay, donde fue una de las grandes figuras de El Desconcierto.