29 oct. 2025

Rudi Torga: La cultura popular como destino

Cuando se conoce a gente como Rudi Torga, hombre de teatro y de la cultura paraguaya en general, es inevitable el uso de la primera persona si se tiene que escribir sobre él. Su humanidad se impone a la impersonalidad y la distancia, como también se impone a la memoria. Tenía veinte años en el momento en que lo conocí, lo que importa mucho para ver un ejemplo en él. Fue en los tiempos ya crepusculares en que estaba traduciendo al guaraní la hoy clásica novela del escritor español Camilo José Cela La familia de Pascual Duarte.

Poco tiempo después de conocerlo, por intermedio de un amigo común, el escritor, dibujante y músico Chéster Swann, fui a su casa del barrio San Vicente, de Asunción. En ella, mientras tomaba un café que preparó y me sirvió él mismo, me dejé impresionar por los libros que ocupaban toda la dimensión de una habitación, de arriba a abajo.

- ¿Cuántos de esos libros leíste? - le pregunté, casi con vergüenza.

- Pocos. Cuando era más joven, no tenía plata para comprarlos, y ahora que soy viejo no tengo tiempo para leerlos. Es una amarga contradicción - me contestó, con un rictus resignado y triste en la boca.

Parecía a punto de irse de viaje, con ese dejo transido del adiós. No más de un año después falleció, exactamente el 5 de julio de 2002, a los 64 años de edad.

Rudi Torga, seudónimo de Gabino Ruiz Díaz Torales, hubiera cumplido setenta este año. Cincuenta de ellos dedicados al arte, al popular, en el sentido más profundo del término. Su nombre está asociado con justicia al teatro contemporáneo paraguayo, lo que en los años sesenta se llamaba de vanguardia.

Corrían tiempos difíciles, de asentamiento definitivo de la dictadura de Alfredo Stroessner, cuando era director del Teatro Experimental Mburicaó y actor y director del Teatro Popular de Vanguardia. En 1970, fundó y dirigió el Teatro Estudio Libre, tarea a la que se abocó hasta 1998. Fue un atento conocedor del teatro norteamericano, muy en boga por esos años, con lecturas precisas de Eugene O’Neil, Tennessee Williams y Elmer Rice. A él se le deben, entre varias cosas, las primeras puestas de obras de un autor tildado, y con razón, de comunista por el régimen autoritario: García Lorca. Reactualizó a Julio Correa con su Sandía yvyguy y Karu pokã. Escenificó textos de José María Rivarola Matto y Josefina Plá. En 1969, realizó un trabajo interdisciplinario con Los innombrables, de Elvio Romero. También fue un incansable promotor cultural, cofundador del Festival Mandu’arã en 1982, expresión escénica de la creatividad y frescura del Nuevo Cancionero. Después aportó sus conocimientos como director del Departamento de Investigación Antropológica y Cultura Popular, del Ministerio de Educación.

Rudi Torga estaba relacionado con la poesía de tres maneras: la escribía, y bien; también le encantaba leerla para otros, y bien; y la regalaba a la música, siempre con un resultado óptimo. Publicó dos volúmenes: uno en guaraní, Mandu’arã, y otro en español, Donde mi canto pasó. Además, con su voz grave, que le sacaba astillas al corazón, grabó Poesía paraguaya en guaraní (1973), Antología poética de Carlos Miguel Jiménez (1979), Antología poética de José-Luis Appleyard (1979-1990); y otros.

El teatrero, el poeta, el lector, el promotor cultural: dimensiones de un hombre que, según Elvio Romero, “recordaremos el mayor tiempo posible”. Y, de hecho, siempre lo hacemos.

Este año se cumplieron setenta años del nacimiento de uno de los más activos animadores de la cultura popular paraguaya. Ofrecemos una breve reseña de su vida y algunos poemas suyos.

Blas Brítez

Periodista

bbritez@uhora.com.py

Figuras

Poemas de Rudy Torga

Mborayhu rape

Mborayhu rape jajuhu haguã

ñande rekove ho’a ha opu’ã.

Kunu’û syry yvúpe ojahu

ha upéi ko’êrô ñembyasy hoy’u.

Reimo’ã vaekue ku ne mba’erã

ne mbotapere ha ne mbyekovia.

Reromandu’a nde rapykuere

ha reropojái ahô rope.

Upéicha reiko reheka jey

pe mborayhumi retia’e rendy.

Ha reimo’ã’ÿhágui oguãhê

ne ñe’ã ruguápe ipoty ko’ê.

Mborayhu rape, mboriahu mbyja,

yvyporãite rekove ygua.

Rejuhu vove pe iñypyrûha,

opáma tagê, heñói tetia’e.

Tekove añete juaju pypuku,

mborayhu rapére mante jajuhu.

Péicha che añandu ha péicha ha’e.

Jaipykúi joáke mborayhu rape.

Habitantes del silencio

a Santiago Leguizamón

Habitantes del silencio

El miedo es nuestra ración

Y es como piedra sobre el pecho

Que nos impide la acción.

Pasamos por la existencia

Pura intemperie interior

Y una ansiedad que nos quema

De sacar la voz al sol.

Se llamaba Soledad

a Alberto Barrett

Se llamaba Soledad Barrett

Nunca el miedo nubló su sonrisa.

Fue su vida un himno a la dicha

Y la dicha fue luz de su ser.

De su abuelo Rafael Barrett

El apóstol de los oprimidos

Heredó el fraternal compromiso

Con el pueblo que lucha de pie.

Desde entonces su vida ya fue

Subterráneo combate al sistema

Que a los seres humanos condena

Al rigor del tirano cruel.

Fue valiente esta joven mujer

Día a día luchó por la vida.

Es su muerte una antorcha encendida

Se llamaba: Soledad Barrett.