La ciudad tiene la peor tasa de homicidios: 22 por cada 100.000 habitantes, cinco veces mayor al promedio nacional.
El flagelo criminal puso en foco el funcionamiento de las cárceles, desde donde los cabecillas de organizaciones delictivas ordenan ataques armados.
LOS MONOS. Ariel Guille Cantero es el líder de la banda narcocriminal Los Monos, que cumple múltiples condenas en una cárcel federal de Marcos Paz.
Guille Cantero lleva acumulados 113 años de prisión, tras sumar en 2023 una nueva condena como instigador de un ataque a tiros contra un casino en el que murió un gerente bancario.
Los narcotraficantes, pese a estar detenidos, han transformado las cárceles en un ‘segundo hogar’, ya que hace años comandan y emiten órdenes desde el penal.
sin vida. A raíz de los asesinatos a manos de narcos, como represalias al protocolo de acción en las cárceles de la provincia de Santa Fe, las calles de la tercera ciudad más grande del país están casi vaciadas de gente. Los comercios cierran más temprano de lo habitual al caer el sol. Hoy, las gasolineras cierran a partir de las 22.00, los repartidores no toman pedidos, los taxis dejan de trabajar y los ómnibus reducen su frecuencia al mínimo. La vida nocturna ya no es del pueblo rosarino.
La sociedad rosarina se muestra descreída de que la llegada de refuerzos de seguridad puedan combatir el origen del conflicto y solo pretenden un poco de paz.
“Ya vimos esto antes. Han venido fuerzas federales en otros gobiernos, pero todo sigue igual”, cuenta una docente, que prefirió no dar su nombre, pero trabaja dentro del Ministerio de Educación santafesino.
POR AGUA Y TIERRA. La violencia del narco, que desde hace décadas está presente en la tercera ciudad más grande de Argentina, se intensificó en las últimas semanas con el homicidio aleatorio de ciudadanos como represalia a las medidas del gobernador de Santa Fe, Maximiliano Pullaro, para implantar el ‘estilo Bukele’ en las cárceles de su provincia.
Ante la coyuntura de inseguridad, el Ejecutivo intervino con la creación de un comité de crisis, que envió a Rosario cientos de efectivos de Prefectura, Policía Federal, Gendarmería, Policía Aeroportuaria y hasta miembros del Ejército y la Armada Naval, trabajando en conjunto dentro de un comando unificado.
Se estima que lleguen a un total de 2.000 uniformados. Aunque fuentes del Ministerio de Seguridad informan a EFE de que son cifras estimativas y pueden ser más aún: en resumen, “no se debe revelar el cuánto”.
Al ser una ciudad portuaria a orillas del río Paraná, Rosario cuenta con la protección de la Prefectura Naval Argentina (PNA), que desde diciembre pasado patrulla la hidrovía día y noche con diferentes embarcaciones, entre las que destaca el guardacostas ‘Toba’.
Una de las cuatro lanchas rápidas de ataque de la clase Sheldag, de origen israelí, trasladada a Argentina en 2018 para proteger las fronteras hídricas del litoral y norte del país, cuenta con dos ametralladoras estáticas del calibre 7.62 a los costados del puente y una pesada del 12.7 en proa, con espacio para 12 prefectos.
El arribo de fuerzas federales incluyó a sus grupos tácticos, preparados para lidiar con situaciones antiterroristas y narcotráfico: A las calles rosarinas llegó el grupo especial de operaciones federales (GEOF), que utiliza el “Mengshi” (palabra china para ‘soldado valiente’) tipo CSK131.
Es un vehículo blindado ligero de los cuatro donados por China a Argentina y puestos en funcionamiento en 2018 para la Cumbre del G20, cuenta con espacio para seis hombres y es usado para acompañar registros policiales. Esta versión asiática del famoso HMMWV (‘Humvee’) acompaña retenes y puestos de control en los llamados ‘operativos de saturación’, que funcionan de forma intimidatoria controlando vehículos y en la vigilancia de los barrios más peligrosos.
Estos operativos inician a las 17:00 hasta las 07:00 del día posterior con la intención de prevenir y trazar un mapa de la estructura criminal.
El Mengshi puede alcanzar los 135 kilómetros por hora, soportar todo tipo de calibres de armas de fuego y esquirlas explosivas de bajo y medio poder; inclusive puede ser equipado con una ametralladora pesada y hasta lanzagranadas.
Aunque el “narcoterrorismo”, como lo denominan las autoridades, tiene largos tentáculos, la llegada de agentes y equipamiento pesado por ahora blinda Rosario contra el narcotráfico.