Carlos Marcelo Aquino
San Estanislao
Indígenas de la parcialidad Ava Guaraní de la comunidad de Ñu Apuá, distrito de Choré, San Pedro, viven en la miseria y el abandono a causa de la desidia de las autoridades. Tal es así que se encuentran a merced de los depredadores de bosques, quienes desde hace muchos años se encargan de deforestar el monte de 1.200 hectáreas en donde viven unas 28 familias con un promedio de 8 hijos cada una.
El actual cacique, Constancio Cañete, explicó que ellos no venden la madera. “Lo que pasa es que los madereros entran sin nuestra autorización. Denunciamos esta situación en el Instituto Paraguayo del Indígena (INDI) y en la Municipalidad local, pero nadie nos hace caso”, indicó el nativo.
Según relató, todos los días escuchan ruidos de motosierra en el bosque, “tractores y camiones que salen llevando todo tipo de madera, pero no podemos hacer nada. Estamos a merced de ellos. Lo que yo quiero aclarar es que aquí nadie vende la madera”, aseguró Cañete.
Sin embargo, otros indígenas denunciaron que son los mismos caciques los que venden la madera a los paraguayos (refiriéndose a los rolleros). “El que sube de cacique hace eso”, acusó Cristino Galeano.
Este nativo asegura que siempre hay promesa de parte de los rolleros de entregar víveres a toda la comunidad, pero “nunca recibimos nada, comen todo ellos. Hace siete meses que estoy enfermo y no puedo irme hasta un hospital por falta de plata. Cuando viene alguna autoridad del INDI solamente llega en la casa del cacique y después ya se manda mudar”, denunció.
Según este indígena, de la comunidad salen diariamente entre 4 y 5 camiones repletos de rollos desde hace muchos años. “Ahora existe muy poca madera”, aseguró.
GRUPO. Al igual que en la comunidad paraguaya, entre los indígenas también existe una claque que maneja este tipo de transacción. A la cabeza están el cacique, el “pa’i Kaaguy” (sacerdote espiritual de la comunidad) y los ex caciques, que serían los que negocian los rollos.
Según se pudo averiguar, la madera es vendida por carga y no por metro cúbico, como es habitual. Un camión lleno de rollos cambió unos cuantos kilos de víveres y algunas chapas, que son distribuidas entre los integrantes de ese grupo privilegiado.