Aunque preocupa el impacto negativo que tendrá esta nueva cuarentena en varios sectores de la economía, que a duras penas han estado intentando recuperarse tras la larga paralización desde el año pasado, existe coincidencia en que las medidas son necesarias para tratar de disminuir el alto aumento de contagios y de fallecimientos, buscando frenar el colapso de los hospitales y dar un respiro a los médicos y trabajadores de salud, que se ven sobrepasados por la avalancha de casos.
Ya prácticamente nadie niega que el país vive uno de sus momentos más críticos por la situación de salud. Existe una percepción cada vez más generalizada de que, en gran medida, hemos llegado a esta situación debido a una deficiente gestión gubernamental, al no haber invertido con mayor rigurosidad los millonarios fondos especiales aprobados en el Congreso para mejorar la deficiente infraestructura sanitaria, mientras se obligaba a la población a permanecer recluida en sus casas durante largos meses, con los severos costos sociales y económicos.
Igualmente, se cuestiona que tampoco hubo firmeza en el Poder Ejecutivo para evitar los escandalosos hechos de corrupción que se detectaron en el contexto de la pandemia, ni se ha mostrado determinación alguna en castigar a los involucrados. Por el contrario, se ha evidenciado una abierta complicidad de parte de las autoridades en proteger a los estafadores y en posibilitar que queden impunes.
Ante esta lamentable situación, un amplio sector de la población desobedece las medidas gubernamentales, pues no le reconoce autoridad moral al presidente y sus colaboradores para exigir más sacrificios. La actitud del jefe de Estado, al permanecer prácticamente escondido durante la crisis y no dar la cara ante la ciudadanía, solo ha exacerbado aún más la indignación popular.
Por ello, hace falta apelar nuevamente a la conciencia y a la responsabilidad de cada ciudadano, para que esta nueva etapa de sacrificio resulte efectiva en términos de salud pública.
Más que una cuarentena impuesta, resultará mucho más válido aportar desde una cuarentena voluntaria en cada hogar, en cada comunidad, manteniendo los debidos cuidados sanitarios –usar tapabocas en la manera indicada por los expertos médicos, lavarse siempre las manos, mantener distancia, salir a la calle lo menos posible, evitar contactos físicos con otras personas–, para respaldar este proceso exigido por los trabajadores de salud.
Esta deberá ser nuevamente una Semana Santa sin viajes, sin visitas de familiares, sin acudir masivamente a las Iglesia, conmemorar apenas en el núcleo más íntimo de cada hogar.
Protegernos a nosotros mismos es proteger a los demás, especialmente a nuestros seres queridos. También mostrar empatía y solidaridad hacia los sectores más vulnerables y desprotegidos por esta nueva situación. Es la única manera de superar la crisis y poder salir adelante.