En un mundo de fasto y apariencia, supo construir una identidad exuberante a partir de una infancia miserable. Su vida sigue estando rodeada de mitos y medias verdades.
La diseñadora que dio forma a una moda cómoda e informal nació en un pueblo a las orillas del Loira, Saumur, en 1883, hija de un vendedor ambulante y de una joven campesina que murió a los 31 años tras varios embarazos sucesivos y afectada por la tuberculosis. A la muerte de su madre, su padre dejó a sus dos hijos varones trabajando en la agricultura y a sus tres hijas, entre ellas Gabrielle, en un sobrio orfanato de monjas. En el convento de Aubazine empezó también a fantasear sobre su vida, cuando contaba a sus compañeras que su padre había puesto rumbo a las Américas para hacer fortuna.
El mito de un establecimiento estricto y austero donde Chanel aprendió a coser y en el que los hábitos en blanco y negro de las religiosas conformaron esa visión de la simplicidad en la que ella basó sus diseños tampoco está claro a día de hoy. Numerosos biógrafos defienden que la diseñadora inventó esta historia y que creció en realidad junto a unas tías.
A los 18, Chanel empezó a frecuentar cafés conciertos en los que cantaba para hombres ricos y militares que representaron su entrada a la gran sociedad. Ante ellos cantaba una melodía popular, Qu’a vu Coco dans l’Trocadero?, por la que pasó a ser conocida por el sobrenombre de Coco.
Sin duda, su vida no hubiera sido la misma de no haber conocido al empresario Arthur Capel, su amante durante casi diez años hasta la muerte de este en un accidente de coche en 1919. La vida romántica de Coco después de este golpe pasó a ser una sucesión de tragedias.
Pero Capel, o como lo conocían sus amigos, Boy, facilitó la aventura empresarial de la diseñadora. Con su ayuda empezó a diseñar sombreros, que compraba y decoraba a su gusto y que pronto se convirtieron en los accesorios obligados en cualquier carrera de caballos o evento de la alta sociedad francesa.
Gracias a él abrió su primera tienda en la rue Cambon de París, a la que siguieron otras en lugares del turismo de lujo: Deauville y Biarritz.
“Chanel es un personaje fabuloso, una chica que sale de la miseria, sin padres ni educación, pero que consigue hacer fortuna de su delgadez, su elegancia y su formidable inteligencia, una característica de la que no se habla mucho ahora”, señala la escritora francesa Marie-Dominique Lelièvre, autora de varios libros sobre la modista. EFE
RECORDADA. Se cumple el 50 aniversario del fallecimiento de Gabrielle Chanel, la huérfana que se convirtió en ícono de la moda.
Transgresora
Tras perder a Capel, en los años 20, permanece a la cabeza de las vanguardias, cerca de la aristocracia francesa, amante y amiga de artistas, como Pablo Picasso o Igor Stravinsky, el duque de Westminster o el gran duque Dimitri Pavlovich. En esos años, era una diseñadora consolidada. Con más de 300 empleados a su cargo, era una figura imprescindible de la escena parisina. La admiraban por la nueva silueta que proponía a su imagen y semejanza: su esbeltez, su pelo corto –fue una de las primeras en lucirlo–, y la incorporación a su armario de prendas masculinas.