28 abr. 2024

¿Quién le teme a un hematólogo que opina?

La columna sabatina de Alfredo Boccia Paz en Última Hora cumple hoy 25 años. Pocos espacios periodísticos han indagado tan hondo en la dura realidad del Paraguay

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Alfredo Boccia, médico, prolífico escritor y columnista de ÚH.

  • Andrés Colmán Gutiérrez
  • Escritor y periodista

Este candente 2023 es un año de importantes conmemoraciones.

El diario Última Hora celebrará medio siglo de vida en octubre próximo y la columna sabatina de Alfredo Mengo Boccia Paz cumple hoy, 14 de enero, un cuarto de siglo de ser publicada casi sin interrupciones.

Pocos espacios periodísticos han indagado tan hondo en la dura realidad del Paraguay, con un estilo agudo y sardónico, que ha ido conquistando a una verdadera legión de lectores y lectoras.

Fui un acompañante privilegiado de sus inicios y el vecino de columna de Mengo durante gran parte de este tiempo, hasta que me pasaron a las páginas de los domingos y el año pasado, por fin, me jubilé.

Hoy me toca celebrar este aniversario, rescatando, con algunas actualizaciones, el prólogo que escribí para el libro El azaroso oficio de opinar, que reunió los primeros artículos de Boccia, editado por Última Hora y Servilibro en el 2007.

Aquí va:

***

En un país donde la sopa es sólida, la leche es agua, el invierno es más caluroso que el verano, el aeropuerto de Asunción está en Luque, el cerro Lambaré está en Asunción, tenemos más mariachis que en México, tenemos la mayor hidroeléctrica del mundo, pero vivimos a oscuras, las naranjas paraguayas son brasileñas, los locutores locales son argentinos, la canción nacional patriótica es francesa, los candidatos presidenciales eran militares y obispos... no debería significar ninguna sorpresa que uno de los mejores columnistas y analistas políticos de la actualidad sea... ¡un médico hematólogo!

Hace veinticinco años, en un caluroso verano de 1998, el entonces vicedirector de Última Hora, destacado filósofo, periodista y mejor amigo, Juan Andrés Cardozo, me llamó a su despacho para hacerme una consulta:

—Che, ¿qué pensás de pedirle a Mengo Boccia que escriba una columna semanal en el diario?

Supongo que Cardozo sabía que mi opinión no iba a resultar muy objetiva. Desde hacía un buen tiempo me había incorporado con entusiasmo al club de admiradores del modo de escribir de ese singular médico especialista en hematología, docente universitario, político aficionado, frustrado candidato a intendente de Asunción, investigador y militante de la causa de los derechos humanos, que venía a ser el doctor Alfredo Boccia Paz.

Me había dejado impresionar gratamente por el estupendo, creativo y ágil enfoque narrativo que el doctor Boccia les dio a los textos del libro Es mi informe, que escribió con Mirian González y Rosa Palau, con base en los documentos hallados en el Archivo del Terror, y había leído con deleite los originales de su primer libro propio, La década inconclusa, en donde narra el intento de insurrección guerrillera durante la dictadura stronista de la Organización Político Militar (OPM) como una cautivadora novela de no ficción.

Pero había que guardar las formas. Para no arrojar tan fácilmente por la borda la imagen de periodista crítico, independiente y escéptico —que algunos creen que soy—, puse cara de profunda duda ante la consulta del vicedirector:

—¿Mengo, columnista...? ¿En serio, te parece...?

—Sí, mirá..., el tipo escribe muy bien, y además tiene un lúcido, agudo e irónico sentido de observación de la realidad.

—No sé..., habría que probar. Quizás a algunos lectores les guste.

—Más vale. ¡Va a ser tu vecino de columna!

Pensé que se trataba de una broma..., pero no. El sábado siguiente, el primer artículo del doctor Boccia Paz apareció en la cabecera de enfrente de la página editorial en donde habitualmente se publicaban mis textos semanales.

Era un comentario sobre la estrategia electoral de la alianza opositora formada por el Partido Liberal Radical Auténtico y el Encuentro Nacional, con sus candidatos Domingo Laino y Carlos Filizzola. Cualquiera sabe que Mengo es opositor hasta la médula, en esa época amigo muy cercano y compañero de lucha de ambos líderes, y que si existe algún hecho que le hiciese muy feliz es que los colorados pierdan alguna vez las elecciones nacionales. Por lo tanto, lo esperado era que en su primer artículo le bajara duramente la caña al oficialismo para darle una mano de buen márketing periodístico a los suyos.

Pero ¡oh, sorpresa!, bajo el título de Una campaña aburrida, Mengo caricaturizó ferozmente la acción electoral de la alianza, calificándola como “rutinaria y triste, cansina y repetitiva”.

Realmente lo era. Pero, ¿tenía que decirlo?

LA COLUMNA QUE DA GUSTO LEER

De ese modo, en aquel primer texto, además de la impronta de su peculiar estilo —literario, creativo, ingenioso, fresco, con un humor siempre sardónico, filoso e inteligente, aunque a la vez tierno, dramático y reflexivo—, quedaba establecido un claro mensaje: que se cuiden los adversarios o enemigos de su implacable verbo, pero aún más: que se cuiden sus propios amigos.

Desde entonces, sábado tras sábado, la columna del doctor Boccia Paz se fue convirtiendo en esa columna periodística que tanto da gusto leer. Esa que uno busca enseguida, apenas el diario cae en tus manos. Esa que te emociona y te deleita con su límpida prosa y su ironía sutil, que te puede hacer reír o llorar, o contradictoriamente ambas cosas a la vez, pero que te deja siempre un montón de inquietudes y cuestionamientos, y que te convocan a alguna acción o reacción para tratar de lograr que las cosas no sean tanto como son.

La Asociación Neolítica Republicana. La fiesta de Lucho. La Cámara de Diputados en liquidación. El senador fashion. Los miedos que infunde Magdaleno. Bin Laden en Ciudad del Este. Las lecciones del humo del Ycuá Bolaños y de Cromañón. La pecaminosa autonomía sexual. Entre los muchos artículos hay piezas que son de verdadera antología, deliciosos retratos de un momento de la historia política, social o cultural de este país enigmático y simple, como diría el recordado maestro Roa Bastos.

En los artículos de Mengo se desvelan algunas de las misteriosas razones de por qué los colorados siempre ganan las elecciones y por qué los opositores (hasta ahora) casi siempre pierden. Hay valiosas claves para tratar de entender a ese fenómeno del surrealismo político paraguayo que fue el oviedismo. Hay estremecedoras historias que ayudan a recuperar la memoria y entender el legado de corrupción, violencia y de injusticia de la dictadura stronista, pero también el de sus seguidores de la pretendida era democrática, desde los militares comerciantes hasta el Tendota con su obsesión de reinado monárquico.

Entre los muchos artículos hay piezas que son de verdadera antología, deliciosos retratos de un momento de la historia política, social o cultural de este país enigmático y simple, como diría el recordado maestro Roa Bastos.

Hematólogo, más que politólogo

En el artículo que le da título al libro El azaroso oficio de opinar, Mengo abre el paraguas para afirmar que el hecho de que lo consideren analista político o politólogo lo avergüenza un poco y teme que los verdaderos guruses del gremio, como Line, José Carlos Rodríguez, Milda Rivarola, Pepito o Martini, lo acusen de ejercicio ilegal de la profesión. “Sobre todo, porque de lo que realmente entiendo es de análisis de sangre”, dice.

Pero no debería preocuparse, Mengo. Sus miles de comentarios escritos y publicados en ÚH durante estos veinticinco años le dan suficiente autoridad moral para continuar deleitándonos con más y más artículos, ojalá por mucho tiempo más.

Es que en este país en que tanta sangre trabajadora y humilde es derramada a diario por causa de la violencia que engendran la pobreza, el hambre y la injusticia, y con tantos políticos y autoridades chupasangres que están al acecho entre las sombras cual vampiros vernáculos.... ¿quién mejor que un médico hematólogo para darnos la medida exacta de lo que nos pasa, y de lo que debemos enfrentar para decidirnos a cambiar?

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