Uno de ellos apunta a que esta pandemia ha ayudado a convertir al Paraguay en un país del primer mundo, al ver que por fin el tráfico en las calles y en las rutas no permanece saturado como ocurría habitualmente, o que las personas han adquirido hábitos de higiene al lavarse las manos en forma constante, o comprobar que los alumnos de escuelas, colegios y universidades ahora asisten a clases por internet, que la gente respeta las filas en los supermercados, que gran parte de la población se queda en sus casas, que hasta los casos de crímenes han disminuido, que el Gobierno se preocupa por la salud de la población y que hasta los políticos y las autoridades tratan de ser solidarios con gestos inusuales, como donar parte de su sueldo o renunciar a privilegios para aportar recursos.
Obviamente, son situaciones artificiales, provocadas por el temor al contagio, y muchos creen que la mayoría de ellas se diluirán apenas pase la emergencia y todos volveremos a comportarnos de la misma manera como lo hacíamos antes. Sin embargo, también podríamos esperar que esta experiencia límite produzca un shock en nuestras conciencias, que todos podamos reflexionar internamente durante el proceso de cuarentena y asumamos un cambio sustancial de conducta, comprometiéndonos en la construcción de un Paraguay mejor y de un mundo más humano, en la medida en que podamos superar la actual emergencia.
Son muchas las lecciones que podemos extraer de la experiencia a la que nos somete la pandemia del coronavirus.
Obviamente, la necesidad de ser más higiénicos como principal medida para prevenir el avance de las enfermedades. Ello incluye asumir el compromiso de cuidar y proteger el medioambiente, no tirar irresponsablemente la basura en cualquier lugar, no seguir contaminando nuestros ríos y arroyos, no seguir quemando los campos. También podemos aprender a ser más tolerantes, más disciplinados, más respetuosos, más solidarios.
Revaloricemos la importancia de compartir, de tener en cuenta a los demás y de ayudar a quienes más necesitan. Entendamos lo que significa en estos días el valor de trabajar juntos, de combatir la corrupción y de usar equitativamente los recursos. Fortalecer el correcto funcionamiento de las instituciones democráticas, como garantía de respeto a los derechos de todos.
Pero la principal de todas las lecciones es, sin dudas, la urgencia de invertir en un sistema de salud pública que pueda brindar cobertura gratuita a toda la población, principalmente a los sectores más humildes, y que pueda responder eficazmente a situaciones de emergencia. ¡Basta de retacear recursos a áreas tan esenciales como la salud y la educación!