Una ajustada mayoría de 23 votos terminó por explotar el molestoso jati’i, susu’a o “nacido” como decimos en español al molestoso forúnculo que emerge sobre la piel, siempre en lugares poco amables del cuerpo para recordarnos algo más grave y profundo. Dicen que para combatirlo el nivel de higiene debe ser constante, los hábitos alimenticios sanos y por sobre todo siempre reflejan que algún órgano interno no funciona como debiera.
Paraguayo Cubas era solo eso y no tenía intención de trascender más allá de esa función. Ahora fue expulsado del Senado por haber pateado una patrullera y golpeado a un agente policial que retenía un camión con rollos de madera.
No ha sido por supuesto el primero ni único acto de alguien que se definía a sí mismo como un agente “antisistema” que había perdido toda fe en la democracia al punto de promover la dictadura en el país.
Su nivel de hartazgo lo expresó inicialmente defecando en un juzgado, gesto escatológico que lo catapultó a la gran política aunque no cambió la Justicia ni por lo menos al magistrado, objeto de su metáfora. Consolidó la vieja tradición política del Alto Paraná que se remonta desde los “sombreritos” legisladores hasta Zacarías Irún pasando por Zulma Gómez y Portillo por citar solo algunos. La cuestión no se acaba con esta expulsión sin purgar de forma completa al interior de la política criolla y eso requerirá más que sal inglesa y la salida de Cubas.
Hay una irritación, hartazgo y cansancio en nuestra democracia.
Nuestra pobre educación cívica evita que acabemos como en Chile donde los reclamos acumulados y no resueltos por largos años ya se han cobrado más de 23 muertos, destrozos millonarios y un durísimo golpe al país cuyo ingreso per cápita de 22.000 dólares estaba punto de sacarlo de la condición de país “en vías de desarrollo”. Todo eso cayó con un pequeño aumento en el precio del metro como antes había ocurrido con el autobús de São Paulo en tiempos de Dilma Rousseff.
El malestar golpea por igual a gobiernos de derecha y de izquierda y ocurre desde Hong Kong hasta París pasando por Chile o Ecuador. Esta democracia de baja estofa que tenemos no es sostenible ni con las representaciones de poder que realizan algunos de manera individual y otros actuando agavillados en partidos o corporaciones.
Paraguayo Cubas es apenas el síntoma del malestar en la democracia que debe evitarse que caiga en un malestar con ella. Han apretado duro el jati’i que expulsó su contenido de pus, pero no acabó con el problema de adentro que ninguno de los legisladores quiere reconocer.
Muy pocos representan a la gente, a sus mandantes y desde sus cargos solo responden a los que pagan por su lealtad de ocasión. Ellos son parte de los órganos internos que no funcionan en nuestra democracia, pero les cuesta una enormidad asumirlo. Han sacado una piedra en el zapato, pero el problema está en el cuerpo que lo calza.
La representación argumentativa de su salida mostró el verdadero rostro de muchos de sus acusadores. A los sinvergüenzas les puede haber parecido una victoria cuando en realidad solo han fortalecido el malestar más profundo, que no se curará sino con una verdadera purga interna, la misma que no quieren admitir.