24 abr. 2024

Puentes de papel

Un material casero y accesible que puede contener información reflexiva. Hablamos con algunos jóvenes que intentan promover una comunicación alternativa y una filosofía de vida del “hazlo tú mismo”, a través de los fanzines.

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Trabajar en la superposición de textos e imágenes, y también con el bilingüismo, es lo que más le gusta a Yami.

Por: Romina Aquino González / Fotos: Fernando Franceschelli

“La honestidad es mi virtud favorita, pero me gustaría mucho aprender a mentir mejor”, dice en la primera página el fanzine Dominio público, de Lupe Acevedo. Y es que abrir un fanzine, muchas veces, es adentrarse en el mundo íntimo de una persona, en sus pensamientos y sentimientos, en sus más recónditas emociones, quizás hasta absurdas y contradictorias, pero sinceras. Es animarse a explorar otro tipo de manifestación intelectual y cultural que no se va a encontrar en una librería. Es ponerse en el zapato de ese otro y analizar la realidad desde una perspectiva distinta.

La primera vez que Yami Morel conoció un fanzine fue en el colegio. Recuerda que era sobre música alternativa de la época, hecho por estudiantes, y contenía recortes de bandas, canciones e info sobre los artistas. Fue conociendo más a través de las redes sociales Tumblr, Issue e Instagram, y en 2015, en un viaje que hizo a Buenos Aires, encontró al que sería una de sus influencias.

“En el baño de la casa de una persona que había conocido, encontré una pila de fanzines y me llamó la atención uno que se llamaba A vos solo te gustan mis ropas, de Are you cop or what. Me gustó, porque era tan simple. Me hizo pensar en cómo no era necesario un diseño gráfico, sino que podías usar tu propia caligrafía”, rememora.

Un año después, junto con otras amigas y bajo el nombre de Mitakuña Club, empezaron a armar sus primeros fanzines, con la técnica del collage. Así fue probando y explorando el abanico de posibilidades que le ofrecía. “Soy una artista multimedio. Es complicado quedarme con una sola técnica. Saco una foto y a esta le quiero dibujar encima, quiero romper y escribir otra vez por ella. Me gusta la mezcla de los recursos”.

<i>Yami</i> Morel está pensando explorar las herramientas digitales y desarrollar un fanzine online.

Yami Morel está pensando explorar las herramientas digitales y desarrollar un fanzine online.

Yami es estudiante de artes en el ISA, y descubrió en los zines una forma de expresión, de estructurar sus pensamientos y de acercarse más a las personas. “Es una manera de ser un poco más específica. Es una herramienta para afinar el mensaje o el concepto de lo que querés comunicar”.

Sus materiales de creación son diversos, pero habitualmente utiliza revistas viejas, que adquiere de La Gloria, una librería que está sobre Montevideo y Herrera, de Asunción. “Me guío por la calidad del papel o por la temática de la revista. Trabajo dentro del marco del feminismo interseccional. Hago extractos de revistas y resignifico esa información dándole otro tono, combinando con otras imágenes. También le agrego texto. Busco que tenga una estética como profusa y muy cargada, entonces voy superponiendo muchas capas”, explica.

A la hora de fotocopiar o imprimir, suele hacerlo en locales de barrio, pero cuando quiere un trabajo de mayor calidad, lo hace en una imprenta digital, aunque dice que prefiere la tinta de tóner, porque tiene algo especial. Antes incluso hasta cosía sus fanzines, ahora los presilla.

“Es un gancho para estirarle a la gente hacia cierto tipo de información”, dice la artista, puesto que lo especial de este formato es que ofrece otra manera de interpretar, una lectura diferente, fragmentada e irregular, que también inspira la imaginación tanto del creador, como del lector.

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Espíritu contestatario

Allá por la década del 70, con el nacimiento del punk, surgió una contracultura para expresar rebeldía y rechazo hacia una forma de vida superficial y hacia los convencionalismos. Les movía la urgencia y las ganas de hacer cosas por sí mismos, es así que el fanzine se popularizó y se constituyó como una herramienta de contrainformación, con ese espíritu contestatario propio del estilo.

Han pasado los años, pero esa esencia aún persiste, con los jóvenes que se animan a autoeditarse o a editar otros textos sin esperar la aprobación de la industria. Es el caso de Jessica Pereira Quintana y Enrique Aguilera, quienes realizan fanzines de textos filosóficos y feministas, que creen necesario difundir y discutir en nuestro contexto.

Para Jessi, desarrollar esta iniciativa fue romper con esa idea de que para publicar algo una persona tiene que ser profesional en las letras o en el diseño, y por otro lado, ofrecer una alternativa para quienes no pueden acceder a textos académicos por el costo o porque simplemente no hay aquí.

Con una impresora láser –que Jessi tiene en su casa– y unos papeles ecológicos, imprimen sus propios materiales, que contienen ensayos cortos, editados también por ellos mismos. “Creíamos que el fanzine e ir a feriar en un lugar nos iba a propiciar un contacto con la gente, a través del cual podíamos contar por qué nos llamó la atención y por qué es relevante compartirlo y hablar del tema. Imprimirlo y que sea un material físico para nosotros también tenía que ver con ese intercambio y esa discusión a través de vernos”, aseguran.

El primer texto que editaron fue un ensayo llamado Teoría de la mujer enferma, de Johanna Hedva, en el que la autora habla sobre las mujeres trabajadoras y las condiciones de vida de las mismas. Fue la primera prueba para ver cómo respondían las personas.

“Nosotros decidimos imprimir manifiestos anónimos o textos que están disponibles para el libre uso. Todos en mayor o menor medida escribimos, dibujamos o diseñamos, y el fanzine te facilita la difusión. Hacer tangible lo que vos querés compartir con el mundo posibilita otro tipo de contacto también, en el que la otra persona puede llevarlo a su casa y hojearlo”, expresa Enrique.

La experiencia con la primera edición fue muy buena y bastante satisfactoria para ambos, que se animaron a publicar más y más. “Mi mamá imparte talleres sobre género y juventud, y yo suelo ir a ayudarle. En uno de esos talleres, propuse leer Teoría de la mujer enferma, y me impresionó que tanto las mujeres como los varones se sintieron identificados e interpelados. Algunos hasta se largaron a llorar. Porque es un texto que abarca muchas perspectivas de la clase trabajadora y el feminismo, y que te atraviesa de muchas maneras”, cuenta Jessica.

Enrique y Jessica son estudiantes de Filosofía en la Universidad Nacional de Asunción (UNA), amantes de la lectura y los textos largos, pero se enfocaron en ensayos que no sobrepasen las 10 páginas, para que todos puedan leerlos y llegar a una conclusión. Por otro lado, la intención es que pueda servir de material de debate. “En nuestro país pasa mucho que no te podés juntar más de tres veces en un ciclo de lectura, por falta de tiempo, porque la mayoría trabaja, etcétera. Por eso elegimos ensayos cortos pero potentes”, dice Jessi.

Animate a hojear

En las diferentes ferias que hicieron, Yami Morel pudo notar que la gente es tímida al principio, no se anima a hojear, pero una vez que lo hace, quiere saber quién creó el material, cómo, con qué papeles. “No es algo como la comida o un accesorio, es diferente comprar arte. Pero hay una gran respuesta. Y también existen muchas personas que quieren crear”, agrega.

Los precios de los fanzines oscilan entre los G. 5.000 y G. 20.000, dependiendo del autor y de la calidad. La mayoría, como Jessi y Enrique, no lo hacen con fines de lucro, sino más bien para cubrir el precio de impresión, volver a comprar los materiales y producir más.

“No hay que tener miedo a comprar textos nuevos, que te interpelen. Para mí, más gente debería estar haciendo esto, animarse también a editar textos propios o de otras personas, y juntarnos a conversar sobre lo que más nos impactó”, menciona Jessica.

Por su parte, Enrique asegura que le encantaría leer a más autores paraguayos. “Creo que nos están pasando muchas cosas como sociedad paraguaya y estaría bueno pensarlo en conjunto, preguntarnos sobre eso, ver qué hacer también con eso. Cualquier persona se puede apropiar de esta herramienta, constituir otro tipo de vínculo con la gente y con lo que pensás”.

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De las venas al papel

Cuando Jessica asistió al Encuentro Nacional de Mujeres de Argentina, en 2017, pudo notar la gran diversidad de fanzines que había y cómo estaba organizada la contracultura allá. Eso le estimuló bastante para dejar atrás sus temores. Sin embargo, recién hace poquito, con el apoyo del Papel Mental Attitude (PMA), fue que se desinhibió totalmente y desarrolló su propio fanzine de puño y letra.

“Es muy personal y decidí no publicarlo, pero hacerlo para mí fue muy relevante. No hace falta que alguien esté de acuerdo, sino solo hacer ese intercambio de lo que estamos pensando. Los fanzines rompen con la jerarquía de la literatura, donde solo tienen espacio los que escriben bien o los que ganaron premios”.

Crear un fanzine es un ejercicio, según Enrique, quien ya cuenta con algunos materiales de su autoría. Piensa desarrollar una serie de cuatro partes, de las cuales ya tiene dos, llamadas Niebla y Desierto. “A veces escribís algo, pero después releés y ya no te gusta, y otras veces sobrevive en el tiempo y puede quedar”.

Yami Morel está en constante búsqueda de nuevas formas de creación, le mueve la necesidad de inventar, pero también de reinventarse. Y en esa indagación nació su último fanzine, Typo person, o como se traduciría al español: anomalía de la persona.

“En principio quería que fuera una instalación, un espacio que se leyera como un autorretrato. Pero terminó deviniendo en un fanzine. Me identifico como no binario, y así fui investigando qué es, por qué siento eso, cómo fue y cuándo empecé a sentir eso. El material intenta comprimir información sobre la teoría queer, intersexualidad, sobre lo no binario y esclarecer un poco el tema. Cada página es un pensamiento que tengo al respecto de este proceso que va a seguir en construcción”.

Para Yami, es urgente que ese tipo de información se masifique, porque cada vez va conociendo personas que se sienten igual, pero que no encuentran un espacio en el que puedan hablar sobre eso. “Quedé supersatisfecha con mi trabajo, y más aún porque lo pude desarrollar en la facultad”.

Los fanzineros se atreven a hacer volar su imaginación y a dar rienda suelta a sus sentimientos ante una hoja en blanco, haciendo recortes, escribiendo poemas, pegando fotos o incluso hasta insertándole objetos, construyendo así puentes que los conectan con otras personas.

“Cuando uno mira un fanzine, en la primera leída nunca va a captar todo. Entonces es importante volver, porque hasta el último detalle te dice algo. Es mágico encontrarse en el trabajo de alguien más, como una manera de no sentirnos solos en esta sociedad tan fría. Es un medio para acercarnos, quizás no físicamente, pero se genera una empatía que hace que nuestros sentimientos se vuelvan universales”, reflexiona Yami.

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Espacio alternativo

Papel Mental Attitude es un colectivo nacional autogestionado integrado por artistas y otras personas que están incursionando en el mundo del fanzine, en la gráfica en papel con pósters y stíckers, y otros tipos de manifestaciones artísticas como intervención de objetos o performance. Surgió como una alternativa a los espacios hegemónicos, impulsando ferias y talleres, para que más personas se animen también a crear y consumir.

Yami, Jessi y Enrique forman parte de este espacio, en el que comparten intereses y realizan intercambio de ideas, buscando formas de colaborar entre todos para poder llegar a más gente.

Para seguir al colectivo, pueden buscar en el instagram @papel.mental.attitude.

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Intercambio

En el mundo del fanzine, se promueve el trueque de materiales y nuestros fanzineros han hecho intercambios con compañeros de Posadas, entre ellos Juan Pablo Mariano, con quien también establecieron vínculos y alianzas para desarrollar talleres a través del colectivo Papel Mental Attitude.

Juan Pablo Mariano es el editor del proyecto de fanzines Are you cop or what, que también funciona como un movimiento feriante. Tiene publicados cinco números que incluyen ensayos, textos, fotos y collage como herramientas. Intenta despertar a través de un discurso antihegemónico y antisistema. Sus trabajos se pueden encontrar en Issue, junto con otros fanzines.