28 jul. 2025

Presentación del Señor

Hoy meditamos el Evangelio (Lc 2, 22-40). Lo que relata el Evangelio de la Fiesta de la Presentación del Señor se sitúa después de la adoración de los Magos y antes de la huida a Egipto. Para los hebreos, 33 días después de la circuncisión, es decir, 40 días después del nacimiento de un niño, viene la purificación de su madre (cf. Lev 12,1-8).

La idea de impureza en el Antiguo Testamento no es la que tenemos hoy. No es una falta de moral. La mujer que trae un niño al mundo ha entrado en contacto con el poder creador de Dios y, debido a la indignidad de la persona humana, la contamina: se vuelve ritualmente impura. La purificación manifiesta que se reconoce y respeta la santidad de Dios.

Otra cosa era, siempre en el pueblo elegido, la posibilidad de rescatar al primogénito, propiedad incondicional de Dios, ofreciendo un cordero para el holocausto, una tórtola o una paloma joven para el sacrificio por el pecado; para los más pobres, dos aves sustituyen al cordero. Sin embargo, en lugar de rescatar al primogénito, sus padres podían ofrecerlo al Señor.

San Lucas no habla de rescate, sino de “presentación” en el templo el mismo día de la purificación de la madre: une dos acontecimientos distintos. Si puede decir que “cumplidos los días de su purificación” (Lc 2,22), es porque el niño acompañó a su madre en este rito. La Virgen María y san José saben quién es Jesús; este primogénito, que pertenece a Dios (cf. Nm 3,13), es el Hijo de Dios. De ahí su iniciativa de lo que Lucas llama “presentación”, desde una perspectiva de culto según parece.…

A continuación, Lucas relata el encuentro con Simeón y su profecía en el Templo. También aquí es el carácter sacerdotal y de sacrificio lo que interesa al evangelista. …

También nosotros, inmersos en el bautismo en la muerte y resurrección de Cristo, somos el templo de Dios. Estamos llamados a ofrecer nuestras vidas como un sacrificio espiritual.

Como la gota de agua que el celebrante mezcla con el vino antes de la consagración, deseamos participar en la vida divina de quien ha querido compartir nuestra condición humana.

…Estamos llamados a “presentarnos” ante el Señor para ofrecerle nuestra vida y todo nuestro ser, porque le pertenecemos y en él encontramos nuestra felicidad. …

(Frases extractadas de https://opusdei.org/es-es/gospel/2022-02-02/).