29 mar. 2024

Posicionamiento intelectual, moral y mediático

Carolina Cuenca

En una entrevista de marzo de 2016, citado por el analista político Alex Fattal, el jefe de la comisión de propaganda de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), expresó algo significativo: “Nosotros entendimos, hace mucho tiempo, que los medios eran un arma de guerra. Lo que pasa es que tardamos un poquito en entender que ya no era un arma de guerra subsidiaria, sino que se llegó a convertir, incluso, en la principal arma de guerra en los tiempos modernos”. El guerrillero Sergio Marín se mostraba así entusiasmado con el consejo del camarada italiano Gramsci, que ya a principios del siglo XX advirtió que el sujeto de la revolución no debía limitarse al proletario, ni la estrategia para la toma de poder, a la “guerra de maniobra” armada, al estilo ruso. Había que pasar, decía, a una “guerra de posición” que apuntara a la hegemonía cultural, mediante la lucha por el dominio intelectual, para el cual, obviamente, la conquista de los espacios mediáticos es esencial.

Entusiasmados con los “éxitos” de la propaganda chavista en Venezuela, las FARC buscaban crear “una guerrilla comunicacional” en su guerra de posicionamiento ideológico, haciéndolos más convincentes y tratando de generar simpatía sobre todo en la juventud urbana, de clase media y alta, que era su objetivo declarado.

Es evidente que en la guerra de posición el lenguaje con terminología manipulada, los conceptos y gestos comunes son armas de lucha para posicionar una mirada sesgada de la realidad que aumente el poder de sus mediatizadores y disminuya el de sus contrincantes. En este estilo propagandístico se apela al sentimentalismo, al racionalismo desencarnado, a las emociones extremas; a todo tipo de frustración y deseo de cambio, a la indignación cargada hábilmente con discursos de odio camuflageados. La propaganda usa la mentira como herramienta para instalar sus clichés. Si los medios de comunicación, las instituciones educativas y los centros culturales no se previenen, se acomodan, se autosilencian y no luchan a tiempo por su libertad de conciencia, de pensamiento, de expresión, luego se ven totalmente comprometidos y alineados como velas al nuevo orden instalado. Algunos padres de familia, profesores, líderes mediáticos y políticos simpatizan al inicio con lo que se presenta como el ancho camino de la popularidad mediática y suben a los sillones de oropel mediático donde son alabados y reverenciados como amigos de la revolución, pero luego se dan cuenta del nivel de putrefacción de la manipulación colectiva y la violencia intrínseca ejercida por sus amos e intentan contraponer ideas libremente, solo que suele ocurrir tarde, cuando ya el pensamiento único está muy instalado en la mente de sus hijos, alumnos, feligreses, seguidores mediáticos y conciudadanos.

Como parte de su estrategia de conquista de un público indiferente u hostil, pero no bien formado, alias Marín aconsejó cambiar el nombre del noticiero digital de las FARC El Informativo Insurgente por Nueva Colombia Noticias, y tratar de que “siempre salgan imágenes donde los guerrilleros estén alegres y salgan muchas mujeres”.

Usando un término de Twitter, haciendo hilo de los últimos acontecimientos relacionados al EPP y los discursos de sus aliados políticos, mediáticos y sociales, es fácil deducir que la “guerra de posición” está en plena marcha en Paraguay. Le hacen perfecta cama los políticos corruptos, la impunidad judicial, además de la mediocridad en muchos centros formativos. Ojo, según sean los gobernantes, el Estado también puede ser su aliado incauto y antipatriota. Somos nosotros de forma personal y en comunidad quienes debemos “unir nuestros esfuerzos para asegurar la paz, haciendo una llamada a los recursos de la paz misma y en primer lugar a la verdad, que es la fuerza pacífica y poderosa de la paz por excelencia, dado que ella se comunica por su propia irradiación fuera de toda coacción”, como enfatizaba Juan Pablo II en su mensaje de paz de enero de 1980.

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