Hace un mes el foco fue la caída abrupta de Mario Ferreiro, quien renunció a la Intendencia de Asunción luego de la denuncia de una supuesta caja paralela aguijoneada por Soares porque no le devolvieron su aporte de campaña. La evidente venalidad del equipo político del intendente precipitó la caída y hoy el pleito se juega en esfera judicial.
Sin embargo, Soares no pudo saborear por mucho tiempo su triunfo. Hoy está en el ojo de la tormenta, probando su propia medicina: así como difundió audios para su venganza política, Rocío Casco le devolvió el golpe y dio a conocer otros audios que lo vinculan con Horacio Cartes. Según las grabaciones, el dirigente de izquierda recibía dinero del empresario tabacalero y ex presidente de la República, financiamiento que dataría desde el 2013, salpicando también la candidatura presidencial de Mario Ferreiro, lanzada supuestamente para dividir el voto opositor.
La novela negra no tiene aún su epílogo y promete más sangre. Más allá de cómo siga el proceso judicial, este escándalo deja fuera de juego electoral a este segmento progresista.
Un final muy parecido a La guerra de los Rose, aquella película tragicómica que tan bien retrató el paulatino deterioro de la pareja, de cómo fue creciendo el rencor y la venganza hasta la aniquilación total del otro.
FINANCIAMIENTO. El caso citado más arriba refuerza la idea de extremar los controles del financiamiento y así evitar que torrentes de dinero del crimen organizado inunden las campañas electorales con las consecuencias posteriores para las instituciones. Los partidos tradicionales, especialmente la ANR, se oponen tenazmente a aplicar la ley en las internas (donde hay que frenar el tema) y lograron que tampoco se aplique en las elecciones municipales. Está comprobado que en zonas de influencia del narcotráfico, varios legisladores, intendentes y concejales responden directamente a las mafias.
En cuanto a Horacio Cartes, él mismo ha confesado en varias ocasiones y escenarios públicos haber puesto dinero de su bolsillo para determinadas candidaturas coloradas y liberales. De hecho, llegó a la presidencia de la República gracias a su generosa billetera. Aunque el escándalo del PMAS lo ubica como un gran jugador tras las bambalinas, de este caso no puede vanagloriarse públicamente, ya que la victoria de Ferreiro sobre el colorado Arnaldo Samaniego lo convertiría en un traidor.
Por ello, la incontinencia verbal de Soares ya genera malestar en Honor Colorado. “Este tipo está loco”, opinó un hombre cercano al ex presidente.
¿UNA LECCIÓN? La voracidad de este sector de izquierda que no tuvo escrúpulos para recibir dinero de quienes supuestamente representan una cultura política que querían derrotar pone de relieve una enfermedad que ataca a la oposición en general desde la caída de la dictadura: nunca tuvo un proyecto para convertirse en alternativa político/cultural contra una ANR corrupta, prebendaria y clientelar.
Primero fue el PLRA, que optó por la fórmula del sistema bipartidista para controlar el Estado como co-protagonista de la ANR, en el rol de segundón y cómplice. Ahora se suma un sector progresista que queda estigmatizado en medio de una lucha fratricida.
Quizá sea hora de que se miren al espejo y decidan modificar su rumbo si quieren alguna vez llegar al poder como una alternativa con una nueva cultura política. Es un camino difícil y largo, de muchas derrotas electorales, pero ya ven lo que sucede con los opositores que replican la fórmula de la vieja política de construir aparato y no ciudadanía, ofrecer prebenda y no obligación, clientela y no trabajo. Es como el extractivismo, se apropian de todos los privilegios de la política sin medir las consecuencias.
Mientras unos caen en la ignominia, chapoteando en su propia hiel, mientras sus verdugos brindan porque han ganado otra batalla, otros pueden aprovechar la lección con una mirada a largo plazo y con un plan que expulse las nefastas prácticas políticas.
Los opositores deben saber: fracasarán una y otra vez si su horizonte se reduce a replicar el modelo colorado.