Los artistas de La Ratonera Teatral supieron desarrollar esta puesta dirigida por Mario Santander Mareco, inspirada en el poema homónimo de Edgar Allan Poe, y con movimientos del cuerpo (recursos de la danza contemporánea), plasmaron el trasfondo del poema, mostrando gran habilidad para transmitir emoción con mínimas palabras.
La innovadora puesta en escena fusionó ambas modalidades, teatro y danza, en un espectáculo que desafía los límites de la interpretación escénica y con mucho de expresividad gestual, de movimientos del cuerpo y el uso de elementos simbólicos.
El espectador fue parte de una atmósfera inquietante y poética, con efectos especiales, como humo seco, juego de luces para crear clima y música acorde con cada momento.
La obra capturó la esencia del poema, la figura del cuervo, metáfora de la muerte y de la imposibilidad de superar el dolor y el sufrimiento.
La obra también podía ser una oportunidad del espectador de hacer una introspección, ya que en las figuras representadas, con los elementos simbólicos, como el espejo, y los momentos en que los más de una docena de actores se acercaban a la figura del cuervo como buscando fusionarse.