Por Ricardo Rodríguez Silvero (*) |
Se suele leer y escuchar con frecuencia que éste es uno de los países con distribución de ingreso más desigual en el mundo. Suena a exageración descontrolada.
PASADO POBRE, PRESENTE POBRE. Pero cuando uno estudia las actuales estadísticas oficiales de Paraguay sobre estratificación social por ingresos monetarios, queda curado de espanto. Efectivamente, sin dramatizaciones de ninguna clase, sin manipulaciones políticas ni enfoques ideológicos ni veleidades cuantitativas de gente inexperiente, la situación real que surge de los últimos datos de la Dirección General de Encuestas, Estadística y Censos (DGEEC) es espeluznante:
Apenas 7% de la población ocupada ingresa más de 2 salarios mínimos mensuales y nada menos que el 70% de la población percibe menos de un salario mínimo por mes. El bruto salario mínimo mensual de referencia es actualmente G. 1.341.775. A los propósitos estadísticos, la DGEEC utiliza el salario mínimo neto, unos G. 1.200.000 por mes, que resulta de restar del bruto el aporte del trabajador al IPS (9%) y otros.
Estos datos hacen referencia a la población económicamente activa ocupada, alrededor de 2.700.000 personas. No es recomendable por razones de método tomar de referencia la población total del país, unas 6 millones de personas. Si así se procediera, los porcentajes terminarían siendo peores: sería menor la proporción de las personas que perciben más de 2 salarios mínimos mensuales y mucho mayor aquella que tiene que conformarse con menos de un salario mínimo por mes.
Esos datos de la DGEEC son de la Encuesta Permanente de Hogares de 2007, año en el que la economía había crecido 6,8%: algo así como el crecimiento más alto del producto interno bruto PIB ¡en casi un cuarto de siglo! En 2008, año para el que también se ha hecho dicha Encuesta, pero que aún no ha sido procesada a término todavía, la economía ha crecido solamente 5%, según las primeras estimaciones. Cuando el PIB crece menos o cae, es peor la situación del mercado del trabajo y de los ingresos monetarios. Para este nuevo año, los pronósticos son sombríos. Estimaciones diversas tienen algo en común: el PIB crecerá en 2009 aún menos que en 2008.
Vale decir que los datos de la DGEEC de 2007, extrapolados a 2008 y 2009, tendrían peor pronóstico: sería menor la proporción de gente que seguirá percibiendo más de 2 salarios mínimos mensuales y mucho mayor aún aquella que ni siquiera llegará a un salario mínimo por mes.
El meritorio trabajo de cuantificación realizado en los últimos años por la DGEEC no deja lugar a dudas de que la información es fidedigna y que estamos confrontándonos con la dura realidad de este país atribulado: muy poca gente cuenta con trabajo estable y los que lo tienen, en su inmensa mayoría, perciben ingresos inferiores a 1 millón de guaraníes mensuales. Al cambio actual, esta bajísima franca de ingreso mensual son unos US$ 200 o 160 euros por mes para por lo menos dos terceras partes de la población. No es sorna: Esta pobre población mayoritaria ya es afortunada. Hay vastos segmentos poblacionales que apenas llegan a US$ 2 por día en promedio.
SER POBRE NO ES UN DESTINO PREDETERMINADO. Lo peligroso en términos políticos, económicos y sociales es que la cantidad de gente inmersa en la miseria, definida como aquella que no tiene lo suficiente para comer ni para vestirse adecuadamente, ascendía ya a más del millón de compatriotas. La miseria es el núcleo duro de la pobreza. Y es esa peor parte de los indigentes la que al parecer viene aumentando de número en el último quinquenio de auge económico. Es obvio suponer que en 2008 y 2009, con cifras sólo moderadas de crecimiento ídem, la miseria aumente aún más. Los primeros intentos cuantitativos van confirmando este pronóstico.
De allí que no quede otra alternativa que articular un consenso inmediato entre sector público y privado para desarrollar en forma conjunta una estrategia para la masiva creación de puestos de trabajo. De lo contrario, sin justificación o con ella, sin responsabilidad o con ella, este nuevo Gobierno pasará a la historia como aquel de mejores promesas y de peores resultados.
(*) RS Consultores