La plaza Túpac Amaru, que lleva el nombre del héroe inca que luchó contra los colonizadores españoles, es el punto de encuentro cotidiano de los manifestantes en la ciudad.
Ayer a la mañana, dirigentes de todas las profesiones pidieron en el micrófono “seguir la lucha”. Los discursos se parecen unos a otros: reclaman sin cansarse la renuncia de Boluarte, la disolución del Congreso y elecciones generales inmediatas. Se llama a manifestarse por la tarde.
Un centenar de personas grita los lemas habituales: “Dina asesina, el pueblo te repudia”, hacen sonar bocinas y agitan banderas peruanas rojas y blancas, o andinas.
Cuatro tiendas de campaña, una decorada con un corazón rojo que dice “te amo”, fueron levantadas en la plaza. Allí se preparan las ollas comunitarias, en donde cocinan el desayuno y el almuerzo de los manifestantes.
Las mujeres cocinan lentejas y judías marinadas, muchas veces vestidas con su ropa tradicional andina: chal multicolor, falda de tela y gruesos calcetines, sombreros en la cabeza. Julia Chuquirimay, de 42 años, comerciante de Cusco, pela bananos verde en un enorme cubo.
“¡Es fuerza para los guerreros! ¡Para que puedan luchar con más fuerza y ganas! Es importante hacer comida ahora para los hermanos que vienen de diferentes lugares, a veces sin comer. Es un trabajo colectivo”, declara.
La víspera, la ducha no enfrío los ánimos de los centenares de manifestantes que vinieron de pueblos en los alrededores de Cusco para manifestarse en la ciudad.
“El pueblo, unido, jamás será vencido”, grita la multitud cuando los dos transportes se disponen a partir.