Por Marciano Candia y Magdalena Riveros / PEDRO JUAN CABALLERO
Un área de 5.000 hectáreas del histórico Parque Nacional Cerro Corá adquiere una nueva imagen con los trabajos de mejoramiento del aspecto visual y la incorporación de estructuras para el recorrido exclusivamente peatonal por las estaciones de la batalla final de la Guerra contra la Triple Alianza.
La reserva natural tiene en su interior un patrimonio cultural, histórico y natural, elementos que lo convierten en el parque más emblemático del país, destacaron en la Secretaría del Ambiente (Seam).
El 1.º de marzo, cuando se recordarán 142 años de la muerte del mariscal López en el sitio, se habilitarán las mejoras realizadas por la Seam con la Gobernación del Amambay, mediante el apoyo financiero de la Itaipú Binacional. También se tuvo la participación de la Comunidad y Desarrollo Sustentable (Codes) y de Acción Comunitaria (Acom).
El parque Cerro Corá consta de 12.000 hectáreas en el Departamento de Amambay. Está a 41 kilómetros de Pedro Juan Caballero. El pórtico nuevo en la entrada ya luce transformado. Es un indicio de las mejoras que se verán en el interior de la reserva. Dos esculturas de más de tres metros de árboles de güembé, de Gustavo Beckelman, están a la entrada, sobre la ruta.
El camino empedrado fue reparado y se creó un área de estacionamiento, a partir del cual las nuevas señalizaciones pintadas de azul harán imposible que el visitante se pierda en el extenso recorrido a pie que hay que hacer para conocer el sitio de la batalla final de la Guerra Grande.
Al llegar a la zona histórica del parque, estará el anfiteatro empastado, de más de 100 metros de circunferencia, que reemplaza a la ex pista de aterrizaje. La meta de este anfiteatro es convertir el parque en un centro natural de convenciones de Pedro Juan Caballero.
Detrás del anfiteatro está la tumba del mariscal López reconstruida en granito y las esculturas en honor al Regimiento Acá Verá. Igualmente se restaura la doble cruz y se le incorporará una gran e iluminada fuente de agua.
El curuñay, árbol histórico, en cuyo entorno según los relatos de madame Lynch enterró al mariscal y su hijo el coronel Panchito, fue curado para que otras generaciones lo sigan valorando.
Siguiendo el camino del recorrido, se llega a la cafetería cuya edificación se sustenta en un estilo de la ecoarquitectura, con cerámica y pasto. El caminero pasa por la plazoleta donde fue inmolado el mariscal hasta llegar al mirador desde donde se puede observar el arroyo Aquidabán Niguí, y el sitio donde el mariscal López cayó muerto.
Desde el próximo 1.º de marzo, día en que se volverá a abrir la reserva natural, los visitantes podrán recrear en un escenario restaurado el trágico final de la Guerra contra la Triple Alianza, y apreciar la naturaleza y la cultura que se congregan en ese sitio.