La deuda pública tuvo un voraz crecimiento en los últimos años, lo que hace que el pago de la misma se devore cada vez más recursos que provienen del cobro de impuestos y acote, al mismo tiempo, el espacio que tiene el Tesoro para financiar los gastos corrientes e inversiones previstas en el Presupuesto General de la Nación (PGN).
Las estadísticas del Ministerio de Hacienda reflejan que en el último quinquenio el servicio del pasivo que se cubre con fondos tributarios, correspondiente específicamente a los intereses, registró un crecimiento del 122%.
Es así que lo que el Gobierno Central asigna para este concepto se duplicó, pasando de los G. 1,15 billones (USD 167 millones) en 2016 a los G. 2,55 billones (USD 370 millones) en 2020.
Este acelerado crecimiento, sin embargo, se contrapone al rendimiento que ha tenido la recaudación tributaria en el mismo periodo de tiempo. Los datos oficiales indican que los ingresos por el cobro de impuestos han aumentado 16%, pasando de G. 19,4 billones (USD 2.823 millones) en 2016 a G. 22,6 billones (USD 3.289 millones) en 2020.
Esta situación, además, hace que el pago de intereses de la deuda incremente la rigidez presupuestaria. Es que, mientras que en 2016 el pago de intereses absorbía el 6% de lo recaudado por la SET y Aduanas, este indicador trepó en 2020 al 11,3% (ver gráficos).
INCERTIDUMBRE. Esta situación genera preocupación en economistas, quienes alertan sobre la acotada capacidad de pago que tiene el Fisco.
Para Carlos Carvallo, ex miembro del directorio del Banco Central, hay que mirar la relación intereses/ingresos con mucha rigurosidad, ya que se están sobrepasando los límites prudenciales. Apuntó que si bien nuestra relación deuda/PIB sigue siendo de las más bajas de la región, generan incertidumbre otros aspectos como la sostenibilidad de la estructura fiscal y la generación de gastos extras.
Para tener mayor tranquilidad, considera que debe aprovecharse la coyuntura favorable para acelerar la convergencia al 1,5% del déficit, lo que implica menos toma de préstamos y emisión de bonos. Al mismo tiempo, prosiguió, es necesario estabilizar los niveles de deuda antes de llegar al 40% del PIB y cuidar el PGN en estos próximos años para que no se desvirtúe por intereses políticos.
El directivo del Cadep Fernando Masi coincidió en que es cada vez más acotada la capacidad de pago del Estado, lo que invita a urgentes medidas fiscales. A su criterio, si bien es cierto que el gasto sigue siendo ineficiente, el problema no viene por ese lado, ya que los fondos para áreas claves como educación, salud o seguridad siguen y seguirán siendo insuficientes.
Para Masi, el obstáculo viene por el lado de los ingresos. En ese sentido, subrayó que en un país de baja carga de impuestos, no pueden seguir habiendo exenciones cercanas al 1,5% del PIB; el IRP debe ser más progresivo en relación con las altas fortunas; y el impuesto selectivo a productos como el tabaco debe ser mayor para que las enfermedades relacionadas quiten menos espacio al Tesoro, entre otros.