13 feb. 2025

Otro año ya se ha ido...

Arnaldo Alegre

El Eclesiastés habla de que hay un tiempo para todo bajo el cielo. Tiempo de nacer, y tiempo de morir; tiempo de plantar, y tiempo de arrancar lo plantado; tiempo de matar, y tiempo de curar; tiempo de destruir, y tiempo de edificar; tiempo de llorar, y tiempo de reír; tiempo de endechar, y tiempo de bailar.

Somos seres que queremos asir el tiempo, el cual persiste en desgranarse en nuestras manos como una arena poseída por el viento. Inventamos métodos para medirlo, para capturarlo en un instante. Todos ellos son artificiales e imperfectos. Todos persiguen agarrar lo bueno, para que perdure, subsanar lo malo, para que se desvanezca. Pero todos suelen fallar, pues el tiempo no se detiene y persiste en su andar constante.

Lo cíclico marca nuestras vidas. Abrimos brechas para transitar en todos los campos de nuestras vidas, pero esas brechas tienen fecha de caducidad. El camino siempre acaba, pero lo importante es caminar.

Hermann Hesse, autor de El lobo estepario, escribió que la vida de cada hombre “es un camino hacia sí mismo, el intento de un camino, el esbozo de un sendero”. En tanto, el inventor Alexander Graham Bell subraya que “nunca andes por el camino trazado, pues te conducirá únicamente hacia donde los otros fueron”.

El camino es un desafío personal, mientras que la vida es la recompensa al esfuerzo de vivir. Suena un oxímoron, pero es así. Todo pasa, nada se detiene. Todo fluye en el río de la vida.

“Siempre hay que saber cuándo una etapa llega a su fin. Cerrando ciclos, cerrando puertas, terminando capítulos; no importa el nombre que le demos, lo que importa es dejar en el pasado los momentos de la vida que ya se han acabado”, afirmó el gurú literario brasileño Paulo Coelho.

Pero la capacidad de percibir el fin, de entenderlo y de superarlo es un regalo que el buen Dios no derramó con generosidad entre sus hijos.

Por suerte existen los mecanismos artificiales que marcan el fin. Y hoy se cumple el tiempo marcado en el calendario. Ese tiempo nos indica que murió un año. Se nos fue de las manos, como dice la sabiduría popular.

Pero también nos dice que viene otro año. Otra oportunidad, otro camino, otro tiempo.

Esta noche, al alzar las copas, recuerden a los que se han ido, valoren a los que están y entiendan a los que no quieren estar.

Pidan por la justicia, la paz, la democracia, la verdad, el amor, la reconciliación, el perdón, la alegría, la música, la literatura, el baile. Pidan por la vida. Esa gran compañera.