Ha sido una semana de furia. El Gobierno de Mario Abdo decidió jugar fuerte en el tablero internacional que desató un conflicto diplomático con Israel, que retiró su Embajada tras la decisión del Gobierno de restablecer su Embajada en Tel Aviv, y un terremoto a nivel interno con el operativo fiscal-policial que puso entre las rejas a un capo narcotraficante de apodo aniñado y aires de divo, que reinaba en el Este, gracias al apoyo político, fiscal y policial.
En los dos casos hubo aparente error de cálculo en el delicado ajedrez del poder, a juzgar por las consecuencias. Por un lado, la Cancillería se mostró sorprendida por la virulenta respuesta de Israel que movilizó a su poderoso abogado: EEUU. El vicepresidente Mike Pence reclamó rever la situación a su amigo y protegido Mario Abdo, que no solo ratificó su posición, sino que festejó la apertura de embajadas de países que apoyan la causa palestina. Las relaciones carnales con el Tío Sam se alteraron y no se sabe si continuará la luna de miel.
Por otro lado, el daño colateral de la detención de Javier Cucho Cabaña, que posicionó fuertemente al Gobierno en la lucha contra el narcotráfico, pero al final del día la noticia se desdibujó tras la vinculación de un diputado oficialista (Ulises Quintana) y una foto comprometedora del presidente con el Pablo Escobar paraguayo.
Si bien quedó una sensación agridulce, vale destacar la comunicación rápida y transparente en ambos casos, por un lado ratificando la soberanía nacional en cuanto a relaciones diplomáticas explicadas pacientemente por el canciller Luis Castiglioni y, por otro, que el propio presidente de la República dé explicaciones sobre la polémica foto.
En medio de estas impactantes noticias, sin embargo, hay otro tema que pasa desapercibido y cuya definición marcará la diferencia en la Justicia: la selección de nuevos ministros de la Corte Suprema de Justicia. El desafío entre repetir la vieja fórmula del cuoteo y del “chancho del mismo chiquero”, o elegir a jueces valientes que se animen a decir no a sus padrinos políticos para luchar decididamente contra la corrupción, el narcotráfico, el lavado de dinero y todo aquello que destruye la República.
DÍA D. Mañana el Consejo de la Magistratura elegirá dos ternas para cubrir las vacancias de Pucheta (renuncia) y Óscar Bajac (jubilación). Este es, sin duda, un nuevo tiempo político, no solamente porque se da en los inicios de una nueva administración de los poderes Ejecutivo y Legislativo, sino porque la campaña de Mario Abdo se basó en la recuperación institucional, con énfasis en la independencia judicial. Ha llegado la hora de contrastar el discurso y la acción.
El Consejo de la Magistratura tiene dos nuevos votos: el diputado colorado nicanorista Roberto González y el senador liberal vinculado al cartismo Juan Bartolomé Ramírez. El resto sigue igual: el presidente del organismo Claudio Baccheta, representante de los abogados, junto a Adrián Salas; el ministro de la Corte Luis María Benítez Riera; Carlos Raúl Cabrera, representante del Poder Ejecutivo nombrado por Cartes en el 2016; Osvaldo González Ferreira (universidades nacionales) y Cristian Kriskovich (universidades privadas).
LA REPARTIJA. ¿Se mantendrá la vieja fórmula del cuoteo? Eso es inevitable porque la designación la hace el Senado. En este contexto se mantendría el pacto azulgrana. Que a Bajac reemplazará un liberal (suena fuerte el nombre del muy respetado camarista Manuel Ramírez Candia) y a Pucheta un colorado o colorada.
Hay también versiones de que la conformación de ternas responderá no tanto al nuevo eje de poder político, sino a conocidos padrinos afianzados tras las elecciones presidenciales. Aquí surge la figura de Enrique Bacchetta. “Está en la puerta de entrada y salida de la Justicia”, graficó un alto exponente político el enorme poder del senador colorado. Su hermano Claudio está en la selección de jueces (CM) y él en el Jurado de Enjuiciamiento de Magistrados, el órgano que castiga a los jueces y fiscales.
El Consejo tiene en sus manos candidatos para todos los gustos. Los que se someterán sin ninguna dignidad al patrón de turno y venderán sentencias y los que pueden hacer la diferencia. ¿Quiénes son esos candidatos que pueden oxigenar la Corte es la pregunta? Algunos senadores y abogados deslizan nombres y en esa lista aparecen Carolina Llanes, Alberto Martínez, Eugenio Giménez, Elodia Almirón, María Victoria Rivas, Marcos Khôn, Manuel Ramírez Candia. También Emiliano Rolón, Lynneo Ynsfrán, José Agustín Fernández, Fernando Beconi y Emilio Camacho, estos últimos candidatos de la izquierda.
Aunque, como dicen, nadie sabe cómo ejercerán el cargo. Basta con mirar a algunos ministros que han generado alta expectativa que finalmente cayeron en la dinámica de la corrupción, la ineficiencia, el clientelismo o la omisión. A fin de cuentas, al árbol se lo conoce por sus frutos.
Mañana se sabrá cuál es la línea del Consejo de la Magistratura, la primera instancia que revelará hacia dónde irá la Justicia.
Con esta vacancia natural generada por renuncias y jubilaciones y no por la vía dramática del juicio político, la clase dirigente tiene hoy una oportunidad de oro para renovar la cuestionada Corte Suprema, metiendo refuerzos para romper el vergonzoso cerco judicial.
Sin una Corte renovada con jueces valientes e incorruptibles, de nada servirán leyes correctivas ni luchas denodadas de la Policía, la Fiscalía y la ciudadanía.