A propósito del Día del Maestro
Considerando que la profesión de docente exige de sus miembros que tengan en cuenta una nueva jerarquía de valores en la que el bien público esté por encima de las conveniencias personales, y que sin dudas, sus logros están a simple vista, cabe con justicia recordar y celebrar esta gran fecha del calendario escolar, “Día del Maestro”.
El 30 de abril pone a un pueblo educado que es capaz de escoger a sus mejores ciudadanos para representarlo y administrarlo, para propiciar y alentar el cambio que persigue. Actualmente, la Reforma Educativa da sus frutos no solo en la transmisión de conocimientos, sino en la prédica con el ejemplo.
Este pueblo instruido, educado, hace al país y es el único que fortalece y consolida el régimen democrático. La labor de los educadores es, asimismo, esencial para el apuntalamiento económico. Esto fue demostrado innumerables veces en varios países del mundo. Los florecimientos tecnológicos en Taiwán o en la India no se han producido por casualidad, sino por su dedicación plena a respaldar el fortalecimiento de sus instituciones educativas, orientadas hacia un único objetivo: el bien colectivo.
Como la responsabilidad apunta a ese fin, está en manos de los docentes en general servir a los más altos ideales de la República, impulsando el cambio. Los maestros forman a los ciudadanos y gobernantes del mañana, que están destinados a enfrentar desafíos cada vez mayores de los tiempos venideros.
A todo esto es importante añadir que el rol del docente en el siglo XXI seguirá siendo indispensable para enseñar a aprender la ciencia, enseñar a gestionar estratégicamente los conocimientos científicos, enseñar a ser ciudadanos moral y éticamente comprometidos con los conocimientos que transmite y con la realidad social en la cual convive con los estudiantes.
Este “día” lleva a reflexionar acerca de que ser maestro no solo implica conocer técnicas pedagógicas, sino sobre todo tener vocación para vivenciar en la propia existencia y en los estudiantes principios y valores superiores dignificantes de la condición humana.
Ser profesor es producir y enseñar un saber al tiempo que se profesa; es decir, que se promete asumir un compromiso y una responsabilidad que no se agotan en el acto de saber, de investigar o de enseñar.
La gama de compromisos de los profesores es tan grande como sus almas mismas. Todos los días, como todos los años, hace patria con la más sagrada profesión, la de ser maestros y maestras, verdaderos apóstoles de la educación.
Lic. Mirian Insfrán de González
Directora general del Colegio Nacional Pablo L. Ávila
Enmienda constitucional
Estoy de acuerdo con la enmienda de la Constitución Nacional, razón demás si es para eliminar instituciones absolutamente innecesarias, como la Vicepresidencia de la Repçublica, las Gobernaciones y Juntas Departamentales, el Consejo de la Magistratura, el Jurado de Enjuiciamiento, Defensoría del Pueblo, así como el “achicamiento” de la infraestructura del Tribunal Superior de Justicia Electoral y, los tristemente célebres “Consejeros” de todos los entes públicos. ¡Cuántos ahorros para los contribuyentes! ¡Dios y la patria agradecerán!
Igualmente estoy a favor de la enmienda para incluir en ella la reelección presidencial, que obviamente tendrá efecto para el próximo candidato a ese cargo, teniendo en cuenta que cualquier disposición, modificación o enmiendas introducidas en la Constitución o en la ley, es para el futuro, en ningún caso tendrá “efectos retroactivos”. La Constitución actual asigna un periodo perentorio de cinco años y aún si se modificara por la enmienda, no podría alterar ese plazo de 5 años firmemente establecido, para todos los que fueren electos bajo su vigencia. Caso contrario, se crearía “un gobierno de facto”, en abierta violación de la Carta Magna. “Esta es la regla, en este juego”.
Claudio M. Pereira
En el Día del Periodista
En el Día del Periodista (26/04), es bueno proclamar el valor de una prensa libre e independiente, pero esto solo es insuficiente. Interesa más la demostración de estos principios en la práctica que su mera declamación, sobre todo para periodistas y medios que abierta o solapadamente asumen causas sectarias.
Los medios nacionales proclaman su objetividad e independencia, pero en la práctica desarrollan con gran habilidad una objetividad selectiva. Mantienen una vocación casi patológica al sectarismo, apenas motivadas por alguna simpatía o antipatía personal o algún interés aún más prosaico.
A menudo, apelan al sarcasmo de baja calidad cuando los argumentos no alcanzan, o utilizan apelativos denigrantes para desacreditar lo que no pueden hacerlo con opiniones fundadas, o presentan como transcendido aquello que simplemente es mentira. Y cuando se le señalan estos defectos apelan a descalificarlos con el siempre efectivo “mira quien habla”.
Al mismo tiempo, se escucha a periodistas mencionar con una cuota de sorpresa, que los paquetes publicitarios de las binacionales que reciben los medios están destinados a censurar su opinión. Pero olvidan mencionar que la aceptación de estos es voluntaria y no inevitable, y bastaría rechazarlos (por ilegales además de ilegítimos) para evitar la pretendida presión. Olvidan mencionar la larga lista de periodistas con “asignaciones” mensuales de organismos del Estado.
Exponer como argumento la necesidad económica para recibir estas prebendas, no sería sino sumarse a la inaceptable excusa de que estos mismos periodistas denuncian, cuando las asignaciones se producen en otros ámbitos.
La vehementemente reclamada autorregulación de la prensa aún no ha encontrado su contrapartida de responsabilidad; o la ha encontrado solo de manera excepcional. “No hay derecho sin responsabilidad”, es el lema de las nuevas democracias; y este es aún un ideal distante en lo que a la prensa se refiere.
Como ocurre en todos los ámbitos de la sociedad, existen periodistas que no caen en la trampa de la hipocresía de predicar lo que no profesan; y si algún modesto homenaje habremos de rendir a los periodistas en su día, es reconocer la tarea de este –aún pequeño– grupo de periodistas de gran valía.
Daniel Codas
CIP 409.713