15 sept. 2025

Nuevo arzobispo ve negros nubarrones y alerta por inestabilidad política y social

Mons. Adalberto Martínez asume en Arquidiócesis y afirma que su misión coincide con un contexto actual de auge del crimen organizado que corrompe todo. Advierte peligro por la inequidad existente.

Advirtiendo que el crimen organizado ha permeado y corrompido todas las instituciones y que ve en el horizonte ‘‘nubarrones de inestabilidad política y social’’ a consecuencia de la grave inequidad estructural, monseñor Adalberto Martínez Flores tomó ayer posesión del cargo de arzobispo de la Santísima Asunción, en la Catedral Metropolitana.

Poco después de las 11:00 y tras la emotiva ceremonia en la que participaron principales autoridades de seguridad del Gobierno, el metropolitano de 71 años señaló que es consciente de que Asunción, capital de la República, sede de los poderes del Estado y de las principales instituciones públicas, es donde ‘‘se sienten y se visualizan los grandes y graves problemas sociales, políticos y económicos que padece la nación’’.

Destacó que su nueva misión episcopal ‘‘coincide con un momento en que el crimen organizado ha permeado y corrompido gran parte del tejido social, político, económico y hasta religioso de nuestro país’’.

El arzobispo y presidente de la Conferencia Episcopal Paraguaya (CEP) señaló que se ciernen en el horizonte negros nubarrones de inestabilidad política y social.

Esto como el resultado de la ‘‘inequidad estructural y el grave deterioro de las condiciones de vida de los sectores más vulnerables y de la propia clase media, en parte, debido a la falta de políticas públicas de bien común’’.

Martínez atribuyó la desigualdad a la corrupción e impunidad que, en parte, se debe a la prolongada sequía que tendrá serias repercusiones en lo social y económico en el corto y mediano plazo. ‘‘Si no se adoptan programas eficaces de protección social, los niveles de pobreza extrema se profundizarán y puede recrudecerse el hambre, sobre todo en los más pequeños en el campo y en la ciudad’’, advirtió.

Diálogo

En cuanto a la problemática de la tenencia y propiedad de la tierra, y la situación de las comunidades indígenas y campesinas que reciben amenazas de desalojos, el arzobispo dijo que esto exige de inmediato un diálogo intersectorial e interinstitucional para lograr soluciones pacíficas. ‘‘No habrá paz sin un diálogo y concertación en el marco de la justicia social, como enseña la Doctrina Social de la Iglesia’’, enfatizó.

Ante la preocupante realidad nacional, el primado de la Iglesia paraguaya se dirigió a los laicos para recordar la urgencia y la necesidad de tomar el protagonismo para evangelizar Paraguay y de esta manera contribuir a transformar las situaciones de pecado que oprimen al pueblo.

A la vista de monseñor Martínez, los males que padece el Paraguay son la corrupción, la inequidad, la violencia silenciosa de la pobreza que excluye y descarta a los más débiles, niños y ancianos, indígenas y campesinos, jóvenes sin oportunidades ni horizonte para sus vidas, familias desestructuradas, agresión al medioambiente, entre otros.

Lamentó que en muchos de estos males son partícipes los laicos, sea por acción u omisión. Pidió al laicado acompañar a quienes asumen compromiso en la administración pública y en la política, así como en todos los sectores de la vida social, comunidades de base, parroquiales y diocesanas.

También en el primer domingo de Cuaresma, el nuevo arzobispo pidió a los presentes y a los fieles en general, poner en práctica el llamado de hacer el bien a todos, a los indefensos, a aquellos que son abandonados, a quienes son discriminados y despreciados, recordando siempre que la ‘‘tarea del bien común es de todos, sin distinción de credo religioso ni partidos políticos’’.

En la ceremonia de posesión del arzobispo en la Catedral Metropolitana participaron los ministros de Educación, Juan Manuel Brunetti; de Interior, Federico González, y de la Senad, Zully Rolón, así como el comandante de la Policía Nacional, Gilberto Fleitas.


El crimen organizado ha permeado y corrompido gran parte del tejido social, político, económico y hasta religioso de nuestro país.

Grave deterioro de las condiciones de vida de los sectores más vulnerables, y de la propia clase media, es debido a la falta de políticas públicas de bien común.

Si no se adoptan programas eficaces de protección social, los niveles de pobreza extrema se profundizarán y puede recrudecerse el hambre en el campo y la ciudad.

La situación de las comunidades indígenas y campesinas, bajo amenaza de desalojos, exige diálogo intersectorial e interinstitucional inmediato.
Adalberto Martínez,
arzobispo de Asunción.