Enfrentamientos entre presos dejaron al menos 55 muertos en 4 cárceles del estado brasileño de Amazonas en los últimos dos días, una tragedia condenada a repetirse si Brasil no enfrenta los problemas estructurales de su sistema penitenciario, según expertos.
Las autoridades informaron que 40 reclusos fueron hallados muertos, en su mayoría con indicios de muerte por asfixia, en 4 prisiones de Amazonas el lunes, tras una pelea en uno de esos centros dejó otros 15 fallecidos. La Secretaría de Administración Penitenciaria de Amazonas (SEAP) informó que las muertes estarían motivadas por una ruptura entre presos que integraban un mismo grupo criminal y que actúa en el tráfico de drogas en el Estado. También aseguró que la intervención de los agentes evitó la muerte de al menos otros 200 reclusos jurados de muerte.
Los presos no utilizaron cuchillos o armas de fuego, añadió la SEAP, que en un principio informó de 42 muertes.
Tres de las prisiones, donde ocurrieron la mayoría de las muertes, son edificios cercanos, ubicados a 28 kilómetros de Manaos, capital de Amazonas. El Complejo Penitenciario Anísio Jobim (Compaj), donde 15 reclusos murieron el domingo y otros 4 el lunes, fue escenario en el 2017 de una rebelión que se extendió por casi 20 horas y dejó 56 muertos, en una de las mayores masacres del sistema penitenciario de Brasil.
El balance letal del lunes se completa con 25 muertos en el Instituto Penal Antonio Trinidade (IPAT), 6 en la Unidad de Prisiones de Puraquequara (UPP) y 5 en el Centro de Detención Provisoria Masculino (CDPM 1). “El hecho de que las muertes fueron coordinadas en cuatro presidios diferentes sugiere que se trató de un ajuste de cuentas”, estimó Robert Muggah, director del instituto de investigación Igarape, de Río de Janeiro.
El gobierno federal anunció el envío de agentes para reforzar la seguridad en las prisiones de Amazonas, donde las visitas fueron suspendidas durante 30 días.
Las muertes en el Compaj, el domingo, se produjeron durante el horario de visitas.
Superpoblación, condiciones infrahumanas y facciones que controlan los presidios: Brasil enfrenta desde hace décadas problemas estructurales en su sistema carcelario, cuya población no ha parado de crecer.