La resiliencia de una sociedad que toma los desafíos como si se tratara de lo último que les queda por hacer en esta vida es lo que ha mantenido al país en pie. A pesar de todas las necesidades somos un modelo de equilibrio, flexibilidad y resistencia. Cualquiera que conozca nuestra historia de los últimos 150 años se sorprendería de que estemos de pie, en una eterna peregrinación en búsqueda de nuevos y mejores horizontes.
El espíritu paraguayo es invencible, pero nos están matando, están matando nuestro sueño de seguir haciendo lo único que nos importa: Trabajar.
Un nuevo secuestro deja en vilo a una familia y a todo un país. El secuestro a un ciudadano de los tantos que arranca el día ganándole al sol y lo termina esperando que su esfuerzo genere los resultados que muchas veces son opacados por imprevistos, sobre todo cuando se depende de los caprichos de la naturaleza.
La industria del secuestro nos tiene en cuarentena a un sector del país hace 20 años, mismo sector que no paró durante la pandemia, que se adaptó a todos los embates naturales y económicos. Un sector que como todos los que están bajo la tricolor solo quiere trabajar.
¿Cuánto más va a tolerar el trabajador paraguayo el terrorismo de quienes solo quieren ver todo arder?
Llegó el momento de tomar decisiones que permitan erradicar la violencia en el norte, sacar a los delincuentes de las calles en zonas urbanas y darle la posibilidad al que menos tiene de trabajar por su sustento.
Nos solidarizamos con la familia de Pedro Reimer. Y rogamos que vuelvan los cuatro: Edelio, Félix, Óscar y Pedro.
¡Justicia para los que ya no están, justicia para los que son privados de su libertad, justicia para Paraguay!