25 dic. 2025

NACIONALISMO... ¿O CHAUVINISMO ENCUBIERTO?

Algunos intelectuales, a quienes respeto y admiro, insisten en que nuestro país es único e irrepetible, por el hecho fortuito de tener dos idiomas de uso cotidiano (no es único, pues hay naciones con más de cinco lenguas oficiales).
Por una parte hay algo de cierto, ya que, a diferencia de otros países sometidos y conquistados por ahí, al menos aquí los conquistadores debieron aprender el guaraní, tanto para mover a su mano de obra encomendada con algo más que látigos, como para vendernos buenas nuevas y cielos. Si no, que lo digan Irala, Hernandarias, Montoya y otros ilustres invasores.
Sin embargo, preferían imponer sus lenguas a los colonizados; indígenas, orientales o negros sometidos a sus metrópolis. Tal lo hicieron en el resto de América, Asia, África y Oceanía, sin molestarse en aprender los idiomas nativos.
Al menos en eso fuimos diferentes, asociándonos con el invasor por lazos de parentescos truchos engendrados en serrallos forzosos, cuando no bastardos.
Tras la Guerra de la Triple Alianza, por recomendación de los aliados vencedores, se intentó suprimir el guaraní para quitarnos lo poco que nos quedaba en pie: nuestras raíces ancestrales.
Hasta los partidos, recién creados tras la hecatombe, anatematizaron lo que ellos -eurocentristas como eran- llamaban guarangadas.
Pero el tiempo, que todo cura y cicatriza sin apuro, permitió la pervivencia en la semiclandestinidad de nuestro lenguaje materno, burlando a los cipayos de la tríplice.
Tanto, que en plena Guerra del Chaco se lo utilizó para burlar a la inteligencia del estado mayor del Altiplano, en comunicados, en propaganda y otros menesteres lingüísticos bélicos.
En estos nuevos tiempos de transacciones y transiciones, el guaraní se ha convertido en vehículo idóneo de ideas, conceptos y razones de la clase popular, bastante vapuleada por los sucesivos desgobiernos colorados y sojeros trasplantados. Pero, no debemos olvidar que también otras etnias originarias tienen sus lenguas, ricas en expresividad oral aunque no escritas, pero algunas condenadas a la desaparición, avasalladas por el castellano... y el guaraní, además del alemán menonita del Chaco Central.
No somos sólo un país bilingüe y bicultural. Somos mucho más que eso, ante el mosaico de culturas originarias y las transmitidas por inmigrantes y descendientes: judíos, árabes, orientales, catalanes, italianos, hindúes, brasileños, bolivianos, argentinos y, vaya uno a saber cuántas comunidades más.
Creo que, mal que nos pese, somos multiculturales al punto de tender a la universalización, aun sin desearlo.
No veo nada de malo en defender el guaraní -como pretenden don Bareiro, Trinidad, Zarratea, Verón, González Delvalle y otros firmantes de una misiva al nuevo presidente-, pero no caigamos en el chauvinismo de creernos el ombligo de la galaxia.
Celso Aurelio Brizuela
(CI 231.674)

EL MATRIMONIO
Para quienes hemos sellado nuestro “compromiso de amor” ante Dios, con la bendición de la Iglesia, quisiera recordar las palabras que allí se pronunciaron...
“Dios que ha hecho nacer en vosotros este amor, lo confirme para siempre...” Para siempre, uno con una y para toda la vida. El matrimonio es una vocación cristiana, una institución social, un contrato que realizan un hombre y una mujer para siempre, es indisoluble, imprime un sello sagrado y otorga al alma de los que se casan la gracia para transformar toda la vida matrimonial en un andar divino en la tierra. Los casados están llamados a santificar su matrimonio y a santificarse en esa unión.
A formar hogares luminosos y alegres, donde reine la autenticidad del amor, y requiere fidelidad y rectitud en todas las relaciones matrimoniales.
El auténtico amor nada tiene que ver con la búsqueda exclusiva de placer, hoy te amo porque me das placer, mañana no sé tal vez ya no me guste estar a tu lado, no me despiertas la pasión y se acabó todo. El amor, es verbo, es acción, para amar hay que realizar actos de amor, se ama con obras, con servicio, con donación de sí mismo. Amar es querer el bien de la persona amada. El amor se cultiva día a día, desde el interés de ¿cómo amaneciste?, pasando por las atenciones y bendiciones durante toda la jornada, que se expresará en pequeños y grandes servicios hechos con verdadero cariño, detalles de delicadeza, trato amable y optimismo, y ya al fin del día, el agradecimiento, ofreciendo a Dios todo lo vivido, las alegrías y las penas, los éxitos y fracasos, y manteniendo siempre el sentido del deber. La unión se fortalecerá y se hará posible cumplir la promesa de amar, respetar y ser fiel en las buenas y en las malas, en la salud y en la enfermedad, hasta que la muerte nos separe.
María Esperanza Pérez
DERECHO DE RÉPLICA
Señor director. Me dirijo a usted, con respecto a la nota publicada en el diario del 8 de junio del corriente, página 2, cuyo título reza: “El IPS paga favores políticos con rubros destinados a médicos”, firmado por el periodista Jorge Torres Romero. En dicha nota se critica a la administración por haber contratado a 600 nuevos funcionarios en IPS, justo antes de las elecciones generales, y se afirma que fueron nombrados por tener algún padrino político.
En el citado artículo aparece un recuadro donde con círculos resalta mi nombre y se lee CINº 1.222.079, Nº 10.796. Lambaré Carísimo Darío. S/ Profesión. Cargo: médico. Dirección de la dependencia. Dirección de hospitales del área interior, hospital regional de Encarnación.
Según esa nota, ni tengo profesión, ni soy médico y se sugiere que fui nombrado por recomendación política. Esta nota está fuera de contexto con la realidad, sí soy médico de profesión; doctor en medicina y cirugía, egresado de la Universidad Nacional de Asunción, Facultad de Medicina, en el año 1997, registro profesional Nº 5.706, especialista en trauma general, obtenido en el Hospital de Emergencias Médicas, de Asunción. He realizado posgrado en residencia de ginecoobstetricia, en el Hospital Nacional de Itauguá, datos que pueden ser corroborados tanto en el Ministerio de Salud como en las respectivas instituciones.
Me considero agraviado en mi honorabilidad y prestigio, en mi trayectoria como profesional de la salud. Es sumamente grave acusar que el cargo que ocupo dentro del Instituto de Previsión Social (IPS) como médico, lo hago sin contar con el título de profesional habilitante para el efecto, induciendo a mis pacientes a un error gravísimo y atentatorio contra mi persona pudiendo cargar incluso con consecuencias legales. Este hecho se agrava más teniendo en consideración que actualmente me desempeño como médico de guardia del Hospital de IPS, en donde durante la misma atiendo aproximadamente 50 pacientes en 24 horas; jefe de urgencias del Hospital Regional de Encarnación, que por cierto no depende del IPS, sino del Ministerio de Salud Pública y Bienestar Social. Soy docente de la Facultad de Medicina de la Universidad Nacional de Itapúa como instructor de las guardias de urgencias.
Aprovecho la ocasión para aclarar que no he trabajado por ningún partido político, no cuento con ningún padrino político pues considero que con mi currículo es suficiente para ocupar el cargo que ejerzo. Haciendo uso del derecho a réplica, solicito a usted tenga la atención de publicar la presente misiva o por lo menos escribir un artículo enmendando tan grave error cometido en el artículo de la edición arriba indicada.

Doctor Darío Javier Lambaré Carísimo
CINº 1.222.079