En entrevista telefónica con el doctor Ben Schwartz relató la historia de Yanira Soriano, de 36 años, una madre de tres hijos que el miércoles último vio y tuvo en brazos por primera vez a su pequeño Walter tras darle a luz el pasado 3 de abril conectada a un respirador, una dura decisión en la que su equipo tuvo “miedo de que fuera a morir”, según admitió.
Cuando Soriano llevaba tres días en la UCI, “hubo una discusión en el hospital sobre si debería parir tan pronto, a las 34 semanas y media, pero su condición empezó a empeorar. No podía respirar, necesitaba oxígeno”, recordó el jefe de Ginecología, una situación en la que los profesionales también temieron que el “bebé pudiera quedar lesionado y quizás no sobrevivir”.
“Mientras decidíamos inducirla al parto, se puso peor y peor, y tuvimos que llevarla de emergencia para una cesárea y ponerla en un coma inducido. El bebé nació sin que la madre estuviera despierta y los pediatras lo cuidaron. Estuvo increíble y lo transferimos a observación, pero su madre antes del coma estaba muy enferma”, explicó con seriedad.
Los farmacéuticos del hospital situado en Bay Side, a una hora de la ciudad de Nueva York, le dieron “medicamentos que actualmente se están investigando” y la mujer mejoró rápidamente: “Fuera por eso o por el tiempo que pasó, sus condiciones mejoraron y finalmente la pudimos desconectar del respirador, y en poco tiempo le dimos el alta”.
MILAGRO. Schwartz consideró “milagroso” el desenlace de su paciente, a la que todo el mundo conocía en el hospital, desde los cocineros hasta los guardias de seguridad y los médicos de otros departamentos, y destacó “que todos pusieron de su parte en el cuidado de la joven, por lo que sentimos un peso enorme levantarse al verla conocer a su hijo”.
Un video en el que Soriano, en silla de ruedas, sale por la puerta del centro sanitario entre aplausos y observa con ternura a Walter al sostenerlo por primera vez, probablemente sonriendo tras las mascarilla, ha corrido como la pólvora en las redes sociales y para Schwartz muestra la “victoria” de esta madre contra el virus y, sobre todo, la de quienes la atendieron.