Una veintena de personas murieron ayer en dos explosiones en una catedral de Sulu, en la región de mayoría musulmana del sur de Filipinas, que esta semana ratificó en plebiscito un ansiado acuerdo de paz con grupos separatistas. Quince civiles y 5 soldados fallecieron en lo que se considera un ataque de grupos terroristas, que dejó además 81 heridos (65 civiles, 14 soldados y 2 policías), según el último recuento conjunto de las Fuerzas Armadas y la Policía.
La primera explosión se produjo durante la misa dominical en la Catedral de Joló, capital de la provincia de Sulu, alrededor de las 8.30 hora local y la segunda poco después en el exterior del templo católico, indicaron fuentes de la Policía sobre el ataque que dejó numerosos muertos y heridos. El Gobierno filipino condenó enérgicamente este ataque y prometió perseguir hasta el fin de la tierra a sus despiadados responsables para que rindan cuentas ante la Justicia. “Con este acto de terrorismo y asesinato de soldados y civiles, los enemigos del Estado han desafiado la capacidad del gobierno de garantizar la seguridad de la ciudadanía en esa región. Las Fuerzas Armadas aceptan el desafío y aplastarán a esos impíos criminales”, afirmó el portavoz presidencial, Salvador Panelo.
El grupo terrorista Estado Islámico (EI) reivindicó las explosiones que tuvieron lugar en la catedral de la ciudad de Jolo. En un comunicado emitido a través de las redes sociales y cuya autenticidad no pudo ser comprobada, los radicales aseguraron que 40 personas fallecieron y 180 fueron heridas en dos ataques suicidas contra “un templo de los cruzados” en la isla de Mindanao. EFE